2015 - Viaje a Ushuaia



La Patagonia Rebelde

Otra vez como hace tres años atrás, estábamos a punto de comenzar otro de los grandes  viajes soñados por mucho tiempo. En aquella oportunidad fue Machu Picchu y esta vez  era Ushuaia la meta que teníamos pendiente.
Yo creo que fueron varios años los que Fabio fue planeando el derrotero a seguir. Esta vez en verdad no intervine en la decisión de elegir el destino, ni siquiera la elección de las rutas. Con Raúl, que junto con su hermano Alberto, este año se agregaron al grupo, revisaron cada rincón de la ruta, teniendo en cuenta los relatos de otros viajeros que ya habían hecho esa ruta.
Parque Nac. Torres del Paine
Y cuando digo que Fabio hacía varios años que venía concibiendo la idea de este viaje, lo vi reflejado, a medida que iban transcurriendo los días y los lugares que visitábamos. No dejo nada librado al azar. Cada una de las estaciones de servicio donde recargábamos, estaban perfectamente sincronizadas y calculadas de acuerdo a la autonomía que teníamos en cada moto. Hasta los horarios de llegada estaban casi cronometrados. Tal es así que, el remolonear a la mañana en el desayuno o al acomodar el equipaje en la moto para salir y no respetar el horario estipulado de salida, hacía que lo sufriéramos llegando de noche a las ciudades, donde, conseguir hospedaje se hacía más complicado y muchas veces hasta imposible.
 Hay que tener en cuenta que no es lo mismo llegar al lobby de un hotel a las diez de la noche vestido de “elegante sport”, que aparecer como forajidos, llenos de tierra o de barro, en algunos casos. Las camperas, con decoraciones multicolores que nos van dejando los bichos que se cruzan en nuestro camino. Y qué decir de nuestros cabellos. Después de horas con el casco en la cabeza, los pelos quedan  parados, producto del “brushing” involuntario, logrando un look  al mejor estilo “actor  de telenovela adolescente”. Así que, imaginen esa situación al traspasar la puerta del hotel y solicitar alojamiento para diez tipos.
Yo creo y tomando esto a la risa, que, Hollywood lo haría  así:
Toma 1…enfocaría de espalda a los diez tipos caminando  en “slowmotion” hacia el frente del hotel. De noche y saliendo vapor de las alcantarillas.
Toma 2…. cámara al ras del piso en el lobby (siempre en slowmotion), enfocaría de frente la parte baja de la puerta abriéndose y enfocando solo las botas embarradas dirigiéndose al mostrador.
Toma 3… el recepcionista, un mequetrefe, obviamente de anteojos, atemorizado ante semejante visita: forajidos que comen perros, sucios, oliendo a calza con 10 días sin lavar. Barbudos
 Toma 4….de frente, los forajidos se sacan los cascos, sacuden sus cabellos a un lado y al otro de la cabeza y preguntan (mientras se escucha que se frena la música de fondo)….  ”Tenés habitaciones baratas? Se puede pagar con tarjeta? Hay alguna con cama matrimonial? Agua caliente? Estamos muertos de friiiiooo!!


Aparecer con esta facha en el lobby de un hotel!!


Si a ustedes esto les parece gracioso, lo vivíamos cada vez que llegamos de noche a cada ciudad.
Fuera de bromas, no es fácil conseguir alojamiento. Más que nada por el preconcepto que la gente tiene de los motociclistas. Imaginan que nos emborrachamos y rompemos todo. Que prendemos fuego las cortinas y andamos corriendo desnudos por los pasillos. Y tantas otras historias de películas que se imaginen.
Es más, cuando llegamos a Ushuaia, veníamos de una llovizna que nos había mojado bastante, entramos al hotel, que era de esos que tienen unas cuantas estrellas en el frente,  bastante sucios. Los pisos eran alfombrados, el lugar olía bien, en el lobby había gente de traje y vestidos largos. Teníamos la leve sensación de acaparar todas las miradas, no sé por qué. Yo pensaba, cuando nos acercamos al mostrador... “este tipo, en cualquier momento llama a seguridad y nos saca corriendo”. Pero, se nota, que están acostumbrados al turismo que viaja en moto. Y más cuando nos ven bañados, con ropa “de civil”, ven que debajo de esos cascos y de toda esa ropa llena de tierra, polvo e insectos, hay personas de carne y hueso.
Volviendo a las demoras a la hora de salir, muchas veces se producen no solo producto, de un par de medialunas de más, de algún llamado a último momento de la madre naturaleza o ese ratito más en la cama, sino también, debemos sumar los imprevistos, que en este viaje estuvieron a la orden del día. Por suerte, todos esos percances fueron solucionables. Hay que tener en cuenta que con diez motos, las posibilidades de sufrir averías se multiplican.
Siguiendo con las demoras, otro tema a tener en cuenta con los grupos grandes, es la carga de combustible. Dejando de lado la pachorra, (para no nombrar lo que, se separa del trigo), que tienen los playeros del interior, que es enfermiza. En muchos casos, en que desaparecen y no te atienden, los curábamos despachándonos nosotros mismos. Como por arte de magia, hasta debajo de la tierra salían para atendernos, tenerlo en cuenta.
Un gran número de motos, hace que, las recargas, más un cafecito, el uso del baño y otros menesteres, tranquilamente te lleve una hora hacerlo. Pero este año, casi sin planearlo se formaban dos o hasta tres grupos, que de acuerdo al manejo más o menos deportivo, hacía que, al llegar el segundo grupo, el primero ya había cargado y emprendía la marcha al ver que el resto del grupo venía bien.
El único inconveniente con este sistema es cuando hay algún desperfecto, como pasó, si el que tiene la herramienta específica, va adelante, se complica un poco. Hay que rebuscársela con lo que se tiene. Y ahí es donde viene lo bueno, el tener que buscar la solución al inconveniente que se presente con lo que uno lleva encima, con lo que uno tuvo la precaución de cargar, “por las dudas”. Ese “por las dudas” hizo que, hasta  llevara como repuesto una bomba de nafta, algo que es  muy común que se dañe en las BMW, lo digo por experiencia.
Un capítulo aparte también lo merece el equipaje. Que es lo que uno imagina que va a necesitar llevar y que es lo que realmente se llega a usar en un viaje de tantos días, tantos kilómetros y a un lugar tan al sur, con lo que ello implica. Mas abrigo, mas mudas de ropa, más de todo por las dudas. En mi caso particular llegue a preparar 17 mudas de ropa interior (remera, calzoncillos y medias) una por cada  día. Como no entraba en los valijones, calcule cuantos días teníamos hasta el primer sitio donde estaríamos más de un día, y allí llevar a lavar la ropa a un lavadero. Las mudas se redujeron a siete. Y la realidad es que con 3 o a lo sumo 4 hubiesen alcanzado. Por las noches mientras uno se baña lava la ropa interior y al otro día con la calefacción teníamos la ropa seca para guardar. Eso ya no cuenta como “reciclar”.
Esto es lo que siempre llevamos, "por las dudas"




La partida

Desde Santa Teresita (Buenos Aires) 
hasta Gral Roca (Rio Negro)





La partida desde Santa Tersita


Habíamos planeado reunirnos a las seis y media para estar a las siete en la ruta. Todo salió como lo planeamos, de a poco fueron llegando Manual en su GS800, Fabio en su Transalp, Raúl en su Supertenere 1200, Alberto en la GS1200, Alejandro en la Versys, Edgardo con la otra GS1200 y yo con una GS800.
La mañana estaba fresca, como dándonos un adelanto de lo que en un par de días nos esperaba. Muchos, entre los que me incluyo, no nos pusimos todo el abrigo encima, como diciendo, “si acá me pongo todo el abrigo, que me espera en Ushuaia?” Y así fue que, pasando Mar de Ajo, a solo 25 kilómetros de haber salido, la niebla que nos acompañó hasta casi llegar a Pinamar, estaba helada, llegando en algunos tramos a descender hasta los 2 grados. El café que nos esperaba como desayuno en Las Armas, nos vino como una bendición para elevar la temperatura corporal.


Con más abrigo, tomamos la ruta nuevamente con destino a Benito Juárez, ya con el sol a nuestras espaldas. Ahora sí, la temperatura era más agradable. Pero como comúnmente se dice, lo bueno dura poco. Llegando a Tandil el cielo se empezó a cubrir de nubes. Y al llegar a Tres Arroyos, una fina garua comenzó a acompañarnos. Así que aprovechando la recarga de combustible, nos pusimos la ropa impermeable.
Como no podía ser de otra manera, y como toda vez que me toco transitar la ruta tres entre tres arroyos y Bahía Blanca, el viento estuvo presente de manera intensa. Lo que hacía que los trajes de agua perdieran de a poco efectividad, sintiendo la humedad en la parte más baja de la espalda principalmente, lo que comúnmente llamamos el cárter.
 Así fue, que,  hasta pasando un poco más allá de Coronel Dorrego, más precisamente al llegar a la curva que hace la ruta 3 al pasar sobre el rio Sauce Grande, la lluvia ceso.


El cruzar Bahía Blanca, siempre es un dolor de cabeza. La larga y constante caravana de camiones rumbo al puerto, sumado al mal estado de la ruta en el tramo que cruza las vías del tren dentro de las instalaciones portuarias, hace que el grupo se desmembrase, tratando de adelantar la lenta marcha de los mastodontes cargados de cereales  y esquivar los innumerables baches del camino, para reagruparse en la estación ESSO a la salida de la ciudad. Allí nos pudimos quitar los trajes de agua, y seguir con una hermosa tarde rumbo a General Roca.


La larga recta que atraviesa Rio Colorado y continua hasta Choele Choel, se hizo interminable. Kilómetros y kilómetros de  campo y más campo. Cuando nos agrupamos en el ACA de esta ciudad, Raúl nos comenta que tiene un problema con la Supertenere. Los cambios no bajaban de la cuarta velocidad, y debía  tocar varias veces la palanca de cambios para que, de mala gana, bajaran. Un verdadero dolor de cabeza, y más que le pase el primer día de viaje, se quería morir. Llamó a la agencia donde, hacia una semana atrás había hecho el service, pero no tenían idea de esa falla. Pensamos que quizás le pusieron un aceite sintético (mucho más liviano) en lugar del semi-sintetico que debería llevar, y por eso no acoplaban bien los cambios. Llamó también a un técnico de Yamaha Argentina y después de un buen rato de pruebas, los resultados fueron nulos. Se me ocurre llamar a un amigo que tiene una maquina igual en Venado Tuerto,  Daniel “el turco” Saizar, que luego de comentarle la falla, me dice…”lubricale las dos articulaciones que tiene la varilla que transmite el movimiento de la palanca de cambios  a la caja, así de simple”. Confieso que yo y todo el grupo dijo lo mismo….”naaaa que va a ser eso si el movimiento de la palanca es
El dolor de cabeza de la Supertenere
perfecto”. Así que no le hicimos caso. Casi diez días después cuando se encuentra con otra moto igual en Ushuaia y entablar una charla, le comenta acerca del problema y le vuelve a dar la misma solución. A lo que volvió a no hacer caso. A solo un día de terminar el viaje, se le ocurre echarle un poco de aceite de cadena a esas articulaciones y ahí ocurrió el milagro, se solucionó el problema de la caja de cambios. Una verdadera pavada. Me extraña que  la gente de Yamaha que no estén al tanto de este problema, a pesar que, con todas las que nos cruzamos, nos comentaron a cerca de dicha falla.
Al no encontrar una solución en ese momento, decidimos continuar la marcha, llevándola como podía, y lidiando con el intenso tráfico de camiones presente en este tramo de ruta, la mayoría con la mitad de las luces que deberían tener, y desbordados de manzanas. Iban dejando sobre la ruta un reguero de estas,  a las que esquivar. Como si esto fuera poco, con la demora sufrida, la noche se hizo presente. Llegamos exhaustos después de casi doce horas de haber salido y recorrido unos 1150 kilómetros,  a General Roca, a un muy bonito hotel sobre la ruta que nos habían recomendado. Después de la ducha cenamos en una parrilla frente al casino.














Día 2

Desde Gral Roca (Rio Negro)                           hasta Esquel (Chubut)



Saliendo de Gral. Roca

Costo dejar la cama temprano, pero los 750 kilómetros que teníamos por delante, requerían que aprovechemos las horas de sol a pleno. El tramo de la ruta hasta Piedra del Águila, que suele ser interminable, este año se pasó casi sin darnos cuenta. Poco antes del mediodía en Piedra del Águila,  estábamos almorzando unos ricos sándwich de milanesa en un sucucho a la vera de la ruta.





Aquí comienza la parte linda de la ruta, la vista al Embalse Ramos Mexia. Las montañas como fondo y lo serpenteante del camino se hacía llevadero. Pasamos el puente del Collón Cura y comenzamos a bordear el embalse Alicura hasta llegar a Confluencia, donde al otro lado del puente se encuentra la estación de servicio del ACA, indicándonos que ya falta muy poco para llegar a Bariloche.
De aquí en adelante, el camino acompaña al rio Limay en cada una de las curvas que éste tiene hasta llegar al lago Nahuel huapi. Yo me retrase tomando fotografías de estos hermosos paisajes, que en esta época del año, los sauces que bordean el camino tienen unas tonalidades que van del verde pasando por unas gamas de  amarillo hasta llegar a un rojo intenso antes de terminar en el piso.
A solo 50 kilómetros de llegar a Bariloche, veo a una parte del grupo en la banquina, con cara de preocupación. Era la GS1200 de Edgardo que se detuvo y no quería volver a arrancar. Corriente tenía pero le faltaba comida. Ya con experiencia en estas bombas de nafta y sabiendo que fallan, tenía en mi poder una de repuesto, es la misma que lleva el Renault Megane, con los mismos conectores. Sacamos la bomba luego de desarmar las cachas. Con el téster constatamos que tensión le llegaba, pero la bomba no giraba estaba frenada. Cuando saco la manguera a la salida de la bomba, la nafta salió a presión, indicando que algo estaba tapado. Sin la manguera la bomba giraba bien. Al dar vuelta el conjunto bomba-tapa de tanque, el filtro existente debajo de la tapa comenzó a despedir una nafta sucia. Como es una unidad sellada, lo llenamos  y vaciábamos muchas veces  hasta que la nafta salió limpia, armamos todo y la moto arranco perfectamente.

Aflojando la tapa de la bomba de nafta

la bomba afuera, se ve el filtro que se tapo (blanco)
Continuamos viaje, pues por delante teníamos a tres integrantes que no tenían idea del motivo de la demora. El plan original era encontrarnos en la caminera que estaba al cruzar la naciente del rio Limay. No estaban. Después nos enteramos que habían aprovechado nuestra demora para cambiar el aceite de la Supertenere para ver si de esta forma solucionaban el problema de la caja de cambios. Decido seguir la ruta original, o sea, bordear Bariloche, por la traza de la ruta 40, en búsqueda de una estación de servicio donde cargar, pues veníamos andando con el olor, a punto de quedarnos tirados por la falta de combustible. Lamentablemente sobre la ruta que bordea Bariloche no hay ninguna estación. Así que decidimos seguir hasta donde pudiéramos y allí trasvasaríamos de alguna GS1200 o las KLR, para poder hacer los 110 km que hay hasta el bolsón.
Ya desahuciados, y a la espera de quedarnos sin combustible de un momento a otro,  como un milagro, aparece a mano izquierda del camino una estación de servicio del ACA, justo frente al Lago Mascardi. Fue una verdadera alegría encontrarla. Yo tenía un vago recuerdo de esta estación, pero estaba en la duda si  estaba saliendo de San Martin de los Andes o de Bariloche. Por suerte estaba aquí. Así que, de a poco fueron llegando el resto del grupo y aprovechamos a calentarnos con un café, pues el frio ya se hacía presente.
El ACA de Lago Mascardi
Recargamos combustible en el Bolsón, aprovechando la diferencia de precio, y continuamos acompañados por los últimos rayos del sol. No sé, si será casualidad, pero no hay una vez que no vaya a Esquél que no llegue de noche. Nunca podemos ver la bella entrada al pueblo de día, tampoco  ver el recorrido de las vías del tren “La Trochita”, el cual la ruta cruza antes de llegar a la ciudad.
Nos alojamos en unas  cabañas en las cuales ya habíamos visitado hacía dos años atrás. Cenamos en una pizzería céntrica y a dormir. Ya era el segundo día que llegábamos a destino por la noche. El cansancio se hacía notar, pues manejar de noche exige extremar precauciones y termina estresándote.


Acceso a Esquel



Llegando a Bariloche



Confluencia




Revisando el "lubrica cadena"


Cabañas de Esquel



Lago Mascardi desde el ACA

operando

Flaco esto no te dejaba seguir!!!

la bomba y el filtro tapado
ACA de El Bolson







YPF de Piedra del Aguila


En el quirofano, el flaco preocupado, me tendre que pegar la vuelta?

Almuerzo en Piedra del Aguila





Tercer día

Desde Esquel hasta Coyhaique(Chile)








Esquel


Fue duro levantarnos, pero teníamos que temprano conseguir algunos pesos chilenos para los gastos menores del lado chileno, para los demás gastos usaríamos la tarjeta de crédito para abaratar costos por la diferencia del cambio. Desayunamos en una estación de servicio mientras Fabio fue a conseguir chilenos, José aprovecho a cambiar la cubierta trasera nueva que traía paseando entre el equipaje, pues amaneció con la rueda en llanta.
Como es de suponer, la casa de cambios abuso de nosotros. Pero era el único lugar donde conseguir dinero chileno, para peajes, comida donde no aceptaran tarjetas.
A metros de la aduana Argentina
Con bastante demora tomamos la ruta 259 rumbo a Trevelin, para allí atravesar el pueblo rumbo al paso fronterizo Futaleufu. El paisaje para llegar allí bordea  el rio que da nombre al paso, es hermoso. El rio forma unos meandros de aguas celestes, mansas y bordeados de una espesa vegetación.
El trámite aduanero argentino fue rápido, porque la oficina estaba informatizada, y con solo la patente del vehículo salió impresa una extensa planilla. Así que en cuestión de minutos estábamos en la aduana chilena. Allí nos revisaron el equipaje buscando verduras y carnes.
Empleados aduana chilena
 Con la máscara del caballo rompimos el hielo y recibimos la buena onda del personal de aduanas chileno que se fotografiaba con nosotros. Dejaban de atender a los turistas en los mostradores para venir a fotografiarse con el caballo.
Una vez terminados los trámites aduaneros chilenos, comenzamos a transitar una ruta que transcurre entre chacras con construcciones de chapas y madera, muy antiguas. Parecía que habíamos pasado por el túnel del tiempo y no por la aduana. Me hacían acordar a los campos norteamericanos que vemos en las películas, con sus graneros descoloridos y derruidos, con viejas maquinarias agrícolas  y vehículos arrumbados, semienterrados por los alrededores, que alguna vez trabajaron esas tierras, y hoy son testigos del avance de la tecnología que los dejo de lado.

 Aunque, el tipo de cultivos y sembradíos se parecen más a los europeos, o sea  pequeñas parcelas, pues las características del terreno no permite que hayan grandes extensiones de terreno cultivables.
El camino trascurre bordeando distintos ríos de aguas color turquesa, de origen glaciar en su mayoría, por este motivo, su característico color. Y forman profundos cañadones, los cuales cruzamos a través de llamativos puentes colgantes de color anaranjado, que contrastan con el verde de los alrededores. Muy parecidos al Golden Gate pero obviamente en menor escala.

Tipicos puentes de la Ruta Austral
En muchos lugares, por no decir en la gran  mayoría de su recorrido, la ruta esta tallada en la pared de roca que bordea ríos o lagos, otorgando unas vistas hermosas y dándole una cuota de emoción a la conducción, porque un error y terminas en el agua.
A las 14 hs estábamos en la bifurcación de las rutas 231 y 235. En ese cruce había una pequeña….como decirlo… cafetería, bodegón o pulpería, que parte del grupo que llego primero, aprovecho para calmar los estómagos. El resto seguimos con destino a  Santa Lucia, donde tomaríamos la mítica ruta 7 más conocida como la Carretera Austral. Y nos detendríamos para almorzar, ya que era un pueblo más grande.

Staying Alive
Para nuestra sorpresa el lugar estaba desolado, ni perros había en la calle. Parecía uno de esos pueblos de utilería en medio del desierto norteamericano, que se usaban para las pruebas de los efectos que causaban las  bombas atómicas.  Así que, encontrar donde almorzar o un almacén abierto fue en vano. Tuve que recurrir a una de las latas de atún que había llevado en los valijones, haciéndole caso a una loca sugerencia de Manuel, que temía no conseguir víveres en algún tramo del camino, a lo que respondimos con risas y carcajadas,  en su momento. Pero menos mal que seguí el consejo y pude almorzar al costado del camino mientras esperaba al resto del pelotón que venía retrasado.
Este puente es mio
A poco de transitar, comenzó a llover. Otra vez y para no perder la costumbre nos tuvimos que poner los incomodos trajes de agua. El camino a pesar de estar en perfectas condiciones se formaban charcos de agua y un barro muy líquido que enchastraba bastante. Pero el piso debajo del barro era firme, por lo que daba confianza a la conducción.
La Carretera  Austral en este tramo, acompaña el recorrido del rio Frio, hasta llegar al límite con la región 11 de chile también llamada Aysén,  donde comenzamos a bordear al Rio Palena, hasta llegar a un hermoso puente colgante color naranja que cruza el rio Rosselot, y comienza el acceso al pueblo de La Junta, donde cargaríamos combustible.

El caballo haciendo de las suyas
Allí nos encontramos  a un matrimonio suizo con un impresionante camión-motor home todo terreno, igual a los que corren el Dakar, que venían recorriendo gran parte de Sudamérica y estaban volviendo desde Ushuaia.


Estacion de Las Juntas
 Ellos nos comentaban que la ruta que teníamos por delante, estaba en reparación en muchos tramos. Y en uno de ellos, lo cortaban desde las 14 hasta las 17 para poder dinamitar y abrir paso a la ruta que con las lluvias, las laderas cercanas se habían desmoronado  y cortaban el paso.
La ruta aquí corre en medio de una espesa selva austral, húmeda, una vegetación compuesta por helechos gigantes y cañaverales de coihues, rodeada de lagos y ríos con aguas cristalinas. El ripio cambia de un pedregullo prensado como el asfalto, a piedras bola del tamaño de pelotas de ping pong sueltas, que exigen máxima atención al manejo. En las curvas, había que aminorar hasta casi detenernos y en las rectas acelerar a veces hasta los 90 o 110 km/h para que el serrucho no se haga sentir. En varias oportunidades alguna que otra distracción mirando los alrededores, más de uno tuvo que corregir el rumbo para no ir a parar a la zanja.
Puerto Puyuhuapi

Puerto Puyuhuapi
Puerto Puyuhuapi
Llegamos a las 17 hs a Puerto Puyuhuapi, una muy vistosa aldea, muy pintoresca y ordenada, a orillas de lo que parecía un lago, y que en realidad era una lengua del océano Pacifico, que entra en medio de fiordos hasta aquí. Nos dimos cuenta de esto, por el olor en el aire a la misma bruma que sentimos en nuestro pueblo por las noches de invierno proveniente del mar. En el almacén me lleve mi primer chasco, al comprar unas galletitas, la variedad y marcas desconocidas a las que estamos acostumbrados, hizo que agarrara galletitas sin sal. Eran incomibles, pero el hambre que había, hizo que desaparecieran.

Todos pensábamos que habíamos llegado al destino previsto para este día. Pero Fabio nos desmoralizo con la noticia que todavía faltaban recorrer 230 kilómetros de ripio, lluvia, barro y selva. Y no solo eso, cada veinte o treinta kilómetros había cuadrillas de maquinaria vial trabajando en medio del barrial en que se había transformado la ruta.  Después de unos cuarenta kilómetros la ruta inicia una pendiente en zigzag en medio de una espesa vegetación para sortear el cordón montañoso que divide el Parque Nacional Queulat.  Después de un descenso de unos casi cien kilómetros,  llegamos  a Villa Mañiguales, ya entrada la noche. Los dos únicos hoteles del pueblo, bien del estilo de los que me gustan a mí, eran muy, pero muy parecidos a los conventillos de la Boca, o sea de chapa y madera. Y en  los dos nos dijeron que estaban completos.
Puerto Puyuhuapi
Una de dos, o ese día había una convención  de algo, que lleno el pueblo, o no querían alojar a forajidos llenos de barro. Así que sin otra alternativa, decidimos hacer un sacrificio y seguir en medio de la noche y una persistente llovizna hasta la ciudad de Coyhaique,  pero con asfalto. Así que,  siendo las 22,30 hs por fin llegamos a dicha ciudad, muy grande por cierto.
Después de casi una hora de buscar alojamiento, y rebotar sin suerte de uno a otro, y la mayoría, sin capacidad para 10 personas, dimos con un hotel con capacidad para alojarnos, pero…. por la módica suma de U$s 50 per cápita. Yo me negué a pagar esa suma por solo unas pocas horas de sueño. Me pareció una locura, pues no era ni el Hilton ni el Sheraton, y había que cuidar el presupuesto, porque aún faltaban 14 días más por delante, así que, con Silvio, José y Fabián decidimos seguir buscando por uno de mejor precio.

El grupo Vip de alojo allí. Pero,  lo que son las casualidades. A solo 20 mts del hotel VIP encontramos un alojamiento cuya fachada no era para atraer clientes justamente, todo lo contrario. Pero tenían lugar, y la habitación era todo lo contrario a la fachada. Los somiers tenían una altura de 70 cm del piso, y la habitación era muy amplia y cómoda tipo loft, a solo $200 argentinos  cada uno. Cabe aclarar que el entorno de la cabaña, llámese…patio, no era el jardín japonés precisamente. Había desde un gallinero hasta un desarmadero de cachivaches metálicos.

cabañasde Coyhaique






Mientras fuimos a cenar, Silvio desarmo el KLR para acceder al radiador, pues en el último tramo del viaje comenzó a sentir olor a líquido refrigerante. Allí se dio cuenta que, una vena de éste estaba pinchada, así que, en medio de la noche, con la ayuda de la Poxilina soluciono el problema. Temprano por la mañana completo el nivel de líquido y quedo con la maquina lista para seguir viaje.
Esa noche, no me la voy a olvidar nunca. Después de haber pagado el alojamiento y una carga de combustible, no teníamos más pesos chilenos. Nadie nos quería aceptar pesos argentinos y mucho menos dólares. Así que caminamos y caminamos hasta dar con uno de los pocos lugares de comida que estaba abierto, y  que trabajaba con tarjeta de crédito, porque si no hubiéramos  terminado durmiendo sin cenar. O, recurrir a mi última lata de atún y un par de galletitas sin sal.
Eran las 12 de la noche. Lo único que encontramos fue una hamburguesería, que tenía una nube de fritanga en el ambiente, que no nos veíamos la cara de una punta a la otra de la mesa. A pesar del lugar,  estaban deliciosas,  y además  nos cobraron con tarjeta de crédito. Al salir de allí rumbo al hotel, notamos que todos los perros del barrio  nos seguían. Porque habrá sido?
el hotel VIP

el hotel VIP

el hotel VIP





camino a la aduana Argentina de Futaleufu
Chiaderos de truchas flotantes
Criaderos de truchas

























rio Futaleufu




rio Futaleufu


rio Futaleufu



a metros de la aduana de Futaleufu
Cabañas de Esquel









Rio Frio (Chile)






Rio Frio (Chile)

Rio Frio (Chile)

Rio Frio (Chile)

Rio Frio (Chile)

Rio Frio (Chile)


Efectos del volcan Hudson



con la parentela


lago Loncolao(Chile)






lago Loncolao(Chile)
















Puerto Puyuhuapi








Día 4 

Desde Coyhaique (Chile) 

hasta Los Antiguos (Argentina)













el hotel PIV

Coyhaique(Chile)
A la hora prevista nos levantamos. Costo pero nos levantamos. Silvio comenzó a armar el carenado de su KLR, José y Fabián se pusieron a tensar la cadena de la otra KLR que venía herida en la transmisión. Como en las cabañas no teníamos desayuno incluido, me puse a prepararlo, para los cuatro, con el único saquito de café y unos sobrecitos de azúcar, que me habían quedado en  un bolsillo del bolso, del viaje del año pasado. No teníamos el desayunador del hotel VIP, pero si una pava eléctrica. Con eso, un turrón y unas galletitas aplastadas, desayunamos.
Parte del otro grupo ya estaba en la vereda esperándonos, y Silvio aun con la moto semidesarmada, estaba tan nervioso que no embocaba los tornillos de las cachas. Fuimos a cargar combustible para después poder tratar de encontrar la salida del pueblo porque parecía un laberinto. Yo venía con problemas en mi GPS, se me había desoldado el conector de la alimentación y funcionaba solamente cuando lo envolvía con cinta aisladora. De esta forma lograba que funcionara de a ratos, menos cuando más se lo necesitaba.
Ni bien salimos de la ciudad, comenzamos a bordear el cerro El Fraile que es un antiguo volcán, que resguarda a esta de los fuertes vientos  patagónicos. Por varios kilómetros tenemos a ambas manos de la ruta, paredones de escoria volcánica de un color negro muy profundo y sin vegetación.
A no muchos kilómetros más adelante, comenzamos a entrar a un cordón montañoso, que forma el parque nacional Cerro Castillo.  Aquí el paisaje es completamente distinto, estamos dentro de un cañón con rocas con distintos estratos de muchos colores, señal que la zona histórica y cíclicamente fue azotada por las cenizas de los distintos volcanes cercanos. Esos colores  de las rocas y los bosques de lengas que los cubrían con sus hojas con tonos rojizos y amarillos, junto con los arroyos que constantemente bordeábamos, nos ofrecían unas vistas e imágenes como las de los almanaques o fondos de pantalla que encontramos para las computadoras.
 Cada curva del camino era un poster. Al salir de este cañón nos encontramos con un valle y el Cerro Castillo como fondo. Con sus picos afilados, restos del cono volcánico que en su momento fue. A nuestros pies vemos lo que se llama La cuesta del Diablo. Una pendiente que forma unos caracoles muy bien trazados que invitaban a acostar la moto a un lado y  al otro para  terminar  en el pueblo de Villa Cerro Castillo.


Cuesta del Diablo frente al cerro Castillo



El imponente Cerro Castillo
Restaurant



Aquí también finalizaba el asfalto. En la entrada de este pueblo llamaba la atención, un curioso parador, hecho con dos antiguos ómnibus unidos entre sí, que formaban un salón comedor en uno y la cocina en el otro. Por fuera decorados con una onda bien de los 70s,  “paz y amor”.

Fuimos recorriendo el valle del Rio Ibáñez con el cerro castillo a nuestra derecha por un largo rato. Poco a poco, el valle comienza a cubrirse por una espesa vegetación y el camino  comienza a parecerse al viejo camino de los 7 lagos. Con curvas y contra curvas en medio de bosques y ríos con un piso muy variable, pasando de un ripio prensado y húmedo hasta pedregullo suelto. Estaba muy bueno para andar rápido haciendo enduro, pero había que tener mucho cuidado con las camionetas chilenas, que circulan muy rápido y de forma imprudente, haciendo las curvas muy peligrosas. Era muy común encontrarnos detrás  de alguna curva con algún camión de frente ocupando toda la calzada.
 Al llegar al lago verde, en una curva, veo una cadena en el piso, hago unos metros más y veo al grupo detenido.  José corriendo a buscar la cadena que había perdido y yo acababa de ver. Perdió el eslabón de unión de la cadena y por suerte el piñón despide la cadena sin romper nada. Tuvo suerte, mucha


suerte, en muchos casos la cadena se enrosca alrededor del piñón provocando un destrozo terrible, este no fue , afortunadamente, el caso.  Mientras fotografío el momento, me doy cuenta que he perdido uno de los guantes, un buen guante. Sin pensarlo decido regresar hasta el último lugar donde nos detuvimos. A fondo, al límite del derrape en cada curva. Prestando atención al camino para no despistarme y a la vez mirando para todos lados en busca del guante. Para desgracia mía, este era el sector más trabado del camino. Habré recorrido unos 35 kilómetros sin suerte. Como ya me había alejado demasiado y estando solo, desisto de mi querido guante y regreso tratando de encontrar nuevamente al grupo.

 Al salir del camino selvático comienzo a bordear por muchos kilómetros al rio Ibáñez pegado a la pared de la montaña hasta llegar a un sector de aguas estancadas oscuras y un bosque sumergido del que emergían las ramas secas, víctimas de las cenizas del volcán Hudson años atrás.



El lugar era tenebroso.  De a poco fui alcanzando al grupo, ya estaba más tranquilo.  Llego al lago que esta compartido por ambos países, del lado chileno se llama  Gral. Carrera y del lado argentino es el Lago Buenos Aires.
Puerto Ibañez


 Lo bordeamos unos kilómetros hasta llegar a Puerto tranquilo. Aquí se encontraba el resto del grupo esperándonos. Ya habían hecho las averiguaciones de las excursiones a las cuevas de mármol.
 También nos enterábamos que Silvio en Coyhaique, que fue el último lugar donde cargo combustible, había perdido toda la documentación. El DNI, el registro, las tarjetas de crédito, todo,  todo.  Aquí nos entró la preocupación, más que por la documentación  perdida, por el hecho de cómo iba a pasar la frontera para volver a argentina. Un trastorno. Mientras nosotros fuimos a la excursión a las cuevas de mármol, Silvio con la colaboración de la gente de ese pueblo, se comunicó con la estación donde cargo por última vez, y sin suerte. Hizo la denuncia en el destacamento policial y también denuncio las tarjetas de crédito.
Cuevas de marmol (Chile)
La excursión nos costó unos $ 150  argentinos, y  sale de un pequeño puerto en unas embarcaciones pequeñas que van rebotando y salpicándonos en las frías aguas de un color turquesa perfecto. Después de media hora de navegación bordeando la costa, llegamos a una saliente del terreno hacia el lago, de rocas de forma irregular. En la base de esa saliente,  donde hace contacto con el agua, esta fue corroyendo  con el paso del tiempo la piedra que es de mármol, dando lugar a la formación de cuevas, dentro de las cuales entramos con las lanchas y las recorremos.
Cuevas de marmol (Chile)
 El agua es tan transparente que se ve debajo de ella, las mismas formaciones que tenemos arriba de nuestras cabezas. Las formas tan caprichosas con las que el agua talló  la piedra, nos da una idea del poder que tiene.  Hay islotes que están mantenidos fuera del agua por pequeñas y delgadas columnas, por las que pasamos  con el bote. El regreso fue un poco húmedo, el agua por acción del viento estaba más turbulenta y a pesar de la pericia del piloto nos empapamos. La excursión duro unas dos horas y valió la pena.
Una vez en el puerto, Silvio nos da la mala noticia que no hay forma de dar con los documentos. A pesar de la perdida, tuvo la suerte de tener consigo el pasaporte, que lo había traído “por las dudas”. Así que con el pasaporte y el formulario migratorio podía volver a Argentina. Porque, nos comentaban, que si no tenía algún documento que acredite la identidad, no podía salir de Chile. Tendría que ir a un consulado Argentino y hacer un trámite que le permita, de forma transitoria salir del país. Decepcionado, porque iba a poder salir, pero no podía volver a entrar a Chile, y lo deberíamos hacer unas 3 veces más.

Cuevas de marmol (Chile)

Ya estaba con la idea de regresar a Venado Tuerto una vez que cruzáramos a argentina, era el fin del viaje para él.
Las 17 hs y estábamos en Puerto Tranquilo recién llegados de la excursión, teníamos unos 160 km hasta Chile Chico, pueblo chileno lindante con Los Antiguos del lado argentino.  El problema era que a las 20 hs se cierra la frontera, si no llegas te quedas hasta el otro día en Chile.


 Solo 160km y tres horas por delante. Como no vamos a llegar, decíamos, nos sobra tiempo. El camino bordea por completo al lago y teníamos que ir hasta la orilla que teníamos enfrente y de allí unos 60 km más hacia el este.  Los primeros kilómetros parecía de asfalto el camino, hasta que llegamos a la punta más austral del lago. A partir de allí,  faltaban aun 80km y nos quedaban dos horas, el camino siguió bordeando el lago pero a unos 30mt de altura del agua, transitando en muchos lugares por balcones que daban al precipicio y debajo de este las frías aguas del lago.
Conforme iban pasando los kilómetros el camino empeoraba en forma proporcional. El serrucho era tan profundo que, al salir de las curvas, después de haber aminorado para poder tomarlas, la rueda trasera rebotaba tanto que perdíamos tracción y la cola de la moto se iba de un lado al otro, hasta que lográbamos ganar velocidad y planear sobre las crestas del ripio.
Lago Carreras
Los últimos 50 km fueron extenuantes, no se pasaban más, no podíamos ganar velocidad para achicar la distancia restante. La noche se nos venía encima y los últimos rayos de sol cayeron a 30 km de la frontera. Nos quedaba solo media hora para que la cerraran . El grupo se fue dividiendo, yo quede con Raúl, detrás nuestro venia Silvio a media marcha desahuciado porque tenía el viaje perdido, y por ultimo José y Fabián. El resto del grupo ya estaba por delante.
Aduana de Los Antiguos(Argentina)
 Con Raúl veníamos a fondo, en las ultimas rectas íbamos a casi 140 km/h sobre el serrucho, para bajar hasta los 20 km/h en las curvas. A las 19,55 llegamos a las puertas de Chile Chico, allí estaban contentos de vernos, el resto del grupo. Raudamente cruzamos el pueblo cumbo al puesto fronterizo, que para desgracia nuestra estaba a unos 10 km más adelante. Llegamos justo a las 20hs. De mala gana y con la mayor pachorra del mundo, porque ya se estaban yendo, nos sellaron la papelería, y una y otra vez nos repetían, “miren que a las 20 se cierra la frontera”, y… qué,  si ya estábamos…”nooo, les falta el trámite en la frontera Argentina, y allí también cierran a las 20hs…..además tienen 10km hasta allá”. Así que, medida que terminábamos de a uno el trámite, salíamos a fondo para hacer esos kilómetros que nos faltaban, se hicieron eternos, menos mal que estaban asfaltados.
Sello va, sello viene, ya estábamos en Argentina. En ambos puestos fronterizos, ya les habíamos explicado el problema de Silvio, para cuando el, al otro día se presentara supieran del problema. A nuestra partida cerraron la frontera y se retiraba el personal.
Los Antiguos
Una vez en Los Antiguos, sacamos nuestros teléfonos del modo avión para que del lado chileno no nos cobren en dólares por cada mensajito o llamada recibida. Buscamos un almacén y compramos unas cervezas y unos snacks e hicimos una mini picada en la vereda, contando emocionadamente, cada uno como habían sido de emocionantes, estos últimos kilómetros antes de llegar a la frontera. Y preocupados por los que habían quedado del otro lado.
De repente suena mi teléfono, era Silvio, me pregunta donde estábamos, que había logrado pasar. Nos reencontramos con una gran alegría, y nos contó su odisea. No lo podíamos creer, si detrás nuestro se iban los empleados fronterizos.
 Que pasó….cuando llega al puesto fronterizo chileno, unos 15 minutos detrás nuestro, al presentarse como “el que perdió los documentos”, se apiadaron de él, y accedieron a hacerle los tramites. Y no solo eso, llamaron por teléfono al puesto Argentino avisándoles que estaba yendo para allá, que lo esperaran. Y como si esto fuera poco, una de las empleadas argentinas ya estaba en su casa de Los Antiguos, tomo su vehículo y volvió hasta el puesto fronterizo para que pudiera entrar. La verdad cuando se tiene voluntad (de parte del personal aduanero) y mucha suerte, las cosas te salen bien, así que este hecho fue el motivo del brindis de esa noche.
 A la hora, se comunicaron José y Fabián, avisando que habían llegado bien a Chile Chico y allí pasarían la noche, para encontrarnos por la mañana. Nos alojamos en un hotel sobre la calle principal. Durante la cena mientras Fabio buscaba una ruta de regreso a Venado Tuerto, para Silvio, se nos ocurrió proponerle que en lugar de volverse, que continúe el viaje hasta El Calafate y poder conocer, ya que estábamos relativamente cerca, los glaciares. Estuvo de acuerdo, así que, continuaría el viaje con nosotros . Una alegría.
 Al regresar al hotel, la mayoría, además de lubricar las cadenas, hicimos una inspección ocular de la moto por completo, y una revisión del tornillerio. Porque en los últimos kilómetros era tal la destrucción del camino, que yo pensaba que si no desarmo ahora, no se desarma nunca la pobre moto.
Y así fue, descubrí que uno de los brazos que sostiene la estructura donde van fijados los valijones, se había desoldado. Tenaza y alambre, infaltables en cada viaje, lo dejaron como si nada hubiera pasado. Manuel descubrió que de los seis tornillos que sostenían el guardabarros delantero, cuatro ya no estaban.







Rio Jeimimerai (Chile)

Puerto Ibañez

Cuevas de marmol (Chile)

Cuevas de marmol (Chile)

Cuevas de marmol (Chile)

Cuevas de marmol (Chile)

Cuevas de marmol (Chile)

Cuevas de marmol (Chile)

Cuevas de marmol (Chile)

Cuevas de marmol (Chile)

El perro

Cuevas de marmol (Chile)

Camino a las cuevas de marmol

Puerto Ibañez




Resto de Los Antiguos


Ruta Austral(Chile)







Coyhaique

Coyhaique

Coyhaique(Chile)








Cerro Castillo

Cerro Castillo


Lago Verde

Lago Carrera(Chile)




















Lago Carrera(Chile)


Hotel PIV




Cuesta del diablo, frente al cerro Castillo






Día 5

Desde Los Antiguos hasta Gdor. Gregores








mañana fresquita

hotel de Los Antiguos
Desayuno como Dios manda hoy, no como el de ayer, que al único pobre saquito de café, lo exprimimos para que rinda 4 tazas.  A las 8,30 llegaron José y Fabián que habían pasado la noche del lado chileno. Cargamos combustible y comenzamos a transitar la ruta 43, que al dejar el pueblo, bordea el lago Buenos Aires hasta su punta oriental, para, a pocos kilómetros,  llegar a Perito Moreno, donde volvemos a tener contacto con la querida ruta 40.
A partir de aquí  la ruta esta recién asfaltada y en perfecto estado. El color negro del asfalto corta como una cicatriz, la monótona y reseca  llanura patagónica.  Después de casi 120 kilómetros, de una ruta con una excelente traza, que bordea lomadas y algún que otro arroyo seco, llegamos al Rio pinturas,  un indicio que estábamos cerca del desvío que conduce  a las cuevas de las manos. Allí un cartel nos indicaba que estábamos a 28 km del cañón que forma dicho rio.

Camino a las cuevas de las manos

Camino a las cuevas de las manos
estirando la cadena


 El camino comenzó con una larga recta de ripio en excelente estado, hasta llegar al rio Pinturas, allí hay una terrible bajada de unos 500 metros  a casi 40 grados de inclinación con un ripio bastante suelto hasta llegar al puente que sortea el rio.  A más de uno se nos pasó  por la cabeza como íbamos a subir esa cuesta al regreso. Un par de curvas más adelante, lo veo a Alejandro mirando la rueda trasera de su moto. En plena curva, nos comentaba, se le clavo dicha  rueda, provocando un derrape que casi lo lleva al piso. Lo primero que pensamos es que se le había trabado la cadena,  que ya venía bastante maltrecha. Pero no fue eso. Como consecuencia del traqueteo del día anterior, seguramente se le aflojaron los tornillos que sujetan el plástico que protege el horquillón del roce con la cadena, y en este lugar se terminaron de salir  y el plástico quedo trabado entre el piñón y la cadena, dando una vuelta alrededor de este. Con  gran esfuerzo giraron la rueda en sentido contrario y lo destrabaron. Se tensó la cadena y continuamos hasta el refugio del guarda parques, desde donde salen las excursiones hasta las cuevas de las manos.

guardaparques de las cuevas de las manos




El lugar estaba lleno de turistas extranjeros. Mientras esperábamos la salida de la excursión, aprovechamos a refrescarnos y a tomar unos mates , gentileza de Edgardo.
Las cuevas de las manos
La excursión recorre un sendero pegado a  pared una pared vertical de casi 30 metros de altura erosionada por acción de los vientos. Debajo de ese paredón se formaron unas grutas que los antiguos habitantes usaron como refugio y dejaron plasmado en las paredes, mediante un curioso sistema que pulverizaba las tintas que preparaban sobre las paredes de piedra, pinturas de sus manos, que por una determinada cantidad de factores (escasa humedad, reparo y ausencia de luz solar directa) permanecen intactas hasta el día de hoy. Unas 2 horas dura la excursión, donde explican las diferentes teorías de los orígenes de los antiguos habitantes, los diversos dibujos y rituales de cacerías que se encuentran retratados. El lugar se  recorre por  unas  modernas y cómodas pasarelas.
Dejamos este hermoso lugar, rodeado de grandes paredones cavados por el rio Pinturas, rumbo al pueblo Bajo caracoles.  Para llegar allí había un camino alternativo que salía en línea recta y evitábamos volver por la ruta anterior y sufrir con esa terrible trepada.
Las cuevas de las manos
En este pequeño paraje hay un único surtidor, atendido por la misma persona que también atiende la única proveeduría del pueblo. Allí hicimos una pequeña picada, a la espera de los más rezagados. Después de media hora ya estábamos todos, pero faltaba Fabián. Aguardamos un rato más y ya preocupados, temiendo que haya equivocado el camino y siguiera por el anterior, Raúl, Alberto y Fabio fueron en su búsqueda. Después de haber vuelto a recorrer el camino hasta la cueva de las manos, encontraron a Fabián.


Efectivamente, equivoco el camino, y en una curva se fue al piso. Rompió un giro delantero y un par de raspones en la defensa, sin consecuencias graves.
Un poco más de una hora y media de espera volvemos a la ruta para transitar los 220 km que nos faltaban para llegar a Gobernador Gregores.
La  ruta  que llega hasta el cruce de la ruta 37 es bastante aburrida. Una vez que llega al rio Chico, lo sigue a lo largo de casi 123 km de su recorrido, hasta llegar a Gregores, donde el mismo rio forma un amplio y fértil valle, donde está asentada la ciudad. 
La mayoría llegamos con la reserva de combustible. En la misma estación de servicio aprovechamos a tomarnos un café antes de emprender la búsqueda de alojamiento.

Por suerte conseguimos, como alojamiento, una casa transformada en hostería, muy cómoda y económica, administrada por un matrimonio mayor. Comenzamos a descargar el equipaje y la dueña no descanso hasta perseguir a cada uno para cobrar el hospedaje. Tal era la paranoia temiendo a que nos vayamos sin pagar que en una de las habitaciones que nos dio, la ventana daba a una pared.
La actividad principal del pueblo de Gregores es la explotación minera de dos grandes yacimientos de oro y plata. Los habitantes estaban ofuscados pues hasta no hace mucho tiempo atrás las regalías mineras quedaban en el pueblo y la provincia. Pero desde hace poco tiempo, estas, se las lleva el gobierno nacional, quedando el pueblo con un déficit económico que antes no tenían.
El pueblo se encuentra en pleno valle que forman los múltiples meandros del rio Chico. Por la noche cuando llegamos se notaba la sombra de un cerro muy cerca al norte del pueblo. De día nos dimos cuenta que no era un cerro, era la pared de la meseta, que el rio fue socavando hasta formar el valle.



















































Las cuevas de las manos

Las cuevas de las manos

Las cuevas de las manos

Las cuevas de las manos

Las cuevas de las manos

Las cuevas de las manos

Las cuevas de las manos

Las cuevas de las manos

Las cuevas de las manos

Las cuevas de las manos

Las cuevas de las manos

Las cuevas de las manos

Las cuevas de las manos

Las cuevas de las manos

Las cuevas de las manos




Las cuevas de las manos

Las cuevas de las manos

Las cuevas de las manos


guardaparques de Las cuevas de las manos

 camino a Las cuevas de las manos




Las cuevas de las manos


Las cuevas de las manos

Las cuevas de las manos

Las cuevas de las manos


ruta 40 Santa Cruz

WTF!!


guanacos






el derrape de Fabian




Día 6 

Desde Gdor Gregores hasta El Calafate












Gdor. Gregores
La mañana nos recibió con un frio intenso. Las motos cubiertas de rocío. Desayunamos en la misma estación de servicio. Unas frescas tortas fritas acompañarían, no solo el café con leche, sino cada una de las paradas hasta llegar a El Calafate.
Dejando el pueblo atrás, comenzamos a ganar altura por la pared sur del valle del rio Chico hasta llegar a la meseta que nos conduciría por un perfecto asfalto hasta casi llegar al lago Cardiel.
ruta 40
Al llegar a este lago, la ruta 40 comienza a bordearlo, y dejamos el asfalto por un oscuro ripio proveniente de escoria volcánica,  bastante descuidado y bordeando la traza de la nueva ruta que están a punto de asfaltar. El camino es bastante polvoriento y muy descuidado. Unos kilómetros antes de llegar a Tres Lagos comienza el asfalto nuevamente.
Recién terminado, casi lo estábamos estrenando. Ya con las últimas gotas de combustible llegamos a Tres Lagos. La nueva ruta cambia la traza y en lugar de esquivar al pueblo como era la vieja, ahora lo atraviesa.
Una vez reagrupados en el centro del pueblo, no encontrábamos el tan preciado combustible. La estación estaba a unos kilómetros más allá del pueblo.
Estacion Tres Lagos
La estación se encuentra  a unos quinientos metros de la ruta, quedo en lo que era la ruta vieja. No es más que una vivienda y proveeduría, con dos surtidores en medio de la estepa. La única persona que había atendiendo, una mujer,  era multitarea. No solo despachaba combustible, preparaba café, atendía el mostrador y amamantaba al pequeño niño que tenía en sus brazos.
Las ventanas de la estación estaban todas cubiertas por calcomanías de los distintos viajeros que por allí habían pasado. Por lo general todas las estaciones tienen la buena onda que permitir que dejemos nuestra huella en los surtidores o vidrieras.
Con los tanques llenos tomamos la ruta para iniciar una recta hacia el lago Viedma.
 Desde que dejamos Tres Lagos, en nuestro horizonte teníamos los picos nevados del cerro Fitz Roy. Detrás de una extensa loma nos encontramos con la hermosa vista al lago Viedma. En el mirador que se encuentra a orillas de la ruta se ve el lago de aguas turquesas, con la cordillera nevada al final de este, como si fuera un telón. Lugar indicado para una foto grupal.


Mirador Lago Viedma



A poco de dejar el mirador, el lago desborda a través del rio La Leona, el cual atravesamos por un vistoso puente. Sobre la ribera sur del rio de encuentra el antiguo y  conocido Hotel La Leona, en el lugar exacto donde  en 1877 el Perito Moreno fue atacado por una puma poniendo en riesgo su vida y dando origen al nombre del rio.
Hotel La Leona
De aquí en adelante y hasta llegar al lago Argentino, la ruta asfaltada acompaña el recorrido que hacen las turbulentas aguas de intenso color turquesa del rio  La Leona, contrastando con los colores terracota del suelo arcilloso de nos rodea. Muchas veces formando profundos cañones, producto de la erosión de las aguas.
Este rio vuelca las aguas del lago Viedma en el Lago Argentino, y a su vez el desborde de éste forma el rio Santa Cruz que desemboca en las cercanías de Comandante Luis Piedra Buena, en el Océano Atlántico.
Una vez cruzado el Rio Santa cruz, unos kilómetros adelante llegamos al cruce con la ruta prov. 11 que nos llevaría  hasta El Calafate.  En este tramo Silvio se encuentra con otro motociclista a bordo de una hermosa KTM 250 naked, que después de saludarse le da el dato de un expreso que le lleve la moto hasta Rio Gallegos, a solo 300 km de allí.
Siendo aproximadamente las 14 hs llegamos al Calafate. Un par de fotos en el acceso y a buscar donde almorzar. En el centro la oferta gastronómica es muy variada, y no tardamos en dar con un lugar donde saciar el hambre que teníamos.
Un mes atrás, Néstor, de viaje con su familia por aquí, nos hizo la logística y nos consiguió el dato del alojamiento. Un hostel y hotel en pleno centro, con excelente precio y servicio. Con lugar donde dejar las motos, restaurante y  además, confortable.  Creo que esta fue la primera parada que hicimos, en la que llegamos temprano.

Hotel de El Calafate

Aprovechamos a poner en condiciones las motos. A llevar a lavar ropa, pues las mudas ya se habían terminado. Unos tensaron cadenas, yo ajuste los rodamientos de la dirección, y hubo uno que debió salir a buscar una cadena nueva. Silvio en tanto consiguió el expreso que le llevaría la moto hasta Rio Gallegos. Porque al perder los documentos no podría ingresar a chile sin ellos. Así que gracias a que tenía el pasaporte, de aquí en más completaría el camino como acompañante  de Alberto en la GS1200.
Por la noche, queríamos cenar parrillada. Comenzamos a preguntar a los lugareños cual era el lugar indicado. Todos coincidían en “Don Pichon”.
Creo que caminamos unas 20 cuadras hasta dar con el lugar. Se notaba que era bueno, porque estaba lleno. Con la vista al lago desde la altura donde está ubicado, con toda la ciudad iluminada, la cena era perfecta.


Museo de Gobernador Gregores









Llegando a Bajo Caracoles


Añadir leyenda




hotel de El Calafate

comedor del hotel de El Calafate



centro de El Calafate

centro de El Calafate

centro de El Calafate

acceso a El Calafate




La vista de El Calafate


El polemico hotel




rio la leona


lago Viedma















Estacion de tres lagos

Estacion de Tres Lagos


Tres Lagos(Santa Cruz)



ruta 40











centro de El Calafate

centro de El Calafate


centro de El Calafate



centro de El Calafate

centro de El Calafate

















Dia7 

Visita al Glaciar Perito Moreno








Sin apuro por salir, porque tendríamos el día entero para  la visita al glaciar,  disfrutamos del abundante desayuno que nos ofrecía el hostel. José aprovecho a hacerse una especie de…como decirlo….una mezcla entre un yenga y un milhojas de tostadas de pan lactál.
Después de conseguir combustible, que no fue fácil. Pues, de las dos
estaciones, solo una tenia combustible y las colas eran eternas. No sé por qué, pero me hizo recordar a las colas que debemos soportar en la costa en la temporada veraniega, cada vez que necesitamos recargar para salir a trabajar.
Allí conocimos a un Mejicano, que con una vieja África Twin venia recorriendo toda américa. Intercambiamos historias y anécdotas que van surgiendo de cada uno de los viajes. Nos preguntó si podía ir hasta el glaciar con nuestro grupo, así de esta forma pasaría como argentino y evitaría pagar  el sobreprecio que se les hace a los extranjeros.
Tomamos la ruta 11 hacia el Oeste. La mañana estaba fresca y


nublada. Bordeamos la costa del lago Argentino unos 50 kilómetros, hasta bordear el cerro Frías y luego hacer lo mismo con el cerro Mitre por su lado sur en medio de un hermoso bosque húmedo.
 Al llegar al puesto de guarda parques, que da comienzo al parque nacional Los Glaciares, abonamos los $80 que cobran por ingresar, y continuamos hasta llegar al primer mirador que permite ver de frente el imponente glaciar. El  lugar  tiene una paz, y un silencio que dan ganas de quedarse horas contemplando esta maravilla.




 Seguimos unos kilómetros más hasta llegar al estacionamiento. Frente a éste, está la confitería que sirve de terminal de ómnibus también. Un rico chocolate caliente sirvió para recuperar la temperatura y dar comienzo a la caminata que teníamos por delante. El lugar está muy prolijo y cuidado. Las pasarelas son muy cómodas y nuevas. Recorrimos todo el circuito que forman las pasarelas, deteniéndonos en cada una de los miradores que hay, y capturando en fotografías cada una de las vistas que ofrece esta mole de hielo. No alcanza la vista para recorrer la inmensa longitud de esta lengua de hielo.
la Ducati del motociclista ecuatoriano
Cerca del medio día ya habíamos recorrido todas las pasarelas. Nos dirigimos hasta Puerto Moreno, donde salen las excursiones embarcadas hasta el glaciar. Mientras esperábamos la salida de la excursión, almorzamos en una confitería que allí se encuentra. A través de sus ventanas se ve el glaciar y el lago. Allí, conocimos a un ecuatoriano que venía viajando en una Ducati Multistrada  de hermoso color rojo. No era la moto indicada para tal travesía, según él contaba, pero cuando se tienen ganas se viaja con lo que sea.
A las 15 hs abordamos el catamarán que nos llevaría hasta estar frente a frente con el glaciar. El recorrido lo realizan a una distancia prudencial, porque los constantes desprendimientos generan olas que podrían dar vuelta cualquier embarcación cercana.  La vista desde el nivel del lago, hace que se aprecie la verdadera magnitud del glaciar. Desde las pasarelas se ve que es grande, pero desde el lago se ve inmenso.
Regresamos a la ciudad, donde aprovechamos a recórrela.  Unos fueron a hacer las compras de souvenirs, otros a hacer reparaciones de último momento y Silvio se fue a despedir de su KLR, que por expreso se iba a Rio Gallegos.
Como el cansancio era general esa última noche en El Calafate cenamos en el hostel unas ricas cazuelas con un buen Malbec. Y a dormir, pues temprano saldríamos rumbo a Chile nuevamente.





Motociclista Mejicano


Desde Mejico hasta Ushuaia en una Africa Twin
moto ecuatoriana
Cuando se quiere viajar se lo hace con cualquier moto, desde Ecuador en una 180cc
O.....en una hermosa Ducati Multistrada
Añadir leyenda
abordando
Hay amor !!!!!
hola hermosa....
restaurant frente al glaciar
Añadir leyenda
Añadir leyenda
ladys and gentelman, las salidas de emergancia se encuentran a la izquierda y a la derecha
Saca la manito bolu.....que van a pensar los muchachos






plato gourmet muy bien presentado pero con gusto a poco




























Dia 8

Desde El Calafate hasta Puerto Natales (Chile)





ruta 7 Santa Cruz
Nos despedimos del hostel y sus ricos desayunos.  Y volvimos a la ruta con nuestras motos.  Cuando nos quisimos dar cuenta ya estábamos sobre la ruta 40 nuevamente. Al llegar al paraje conocido como El Cerrito, abandonamos  esta ruta para evitar hacer casi 150 kilómetros de confortable asfalto, por solo 68 km de un ripio en mal estado, el de la ruta 7, pero  ahorraríamos mucho tiempo y kilómetros.
El ripio estaba bien firme y de piedras bastantes grandes. Con el sol  recién salido iluminando los afilados y nevados picos de la cordillera, el frio presente no se notaba. Este tramo de ruta  trascurre sobre  suaves lomadas que hacen agradable la conducción.
La primera y única  edificación que encontramos después de 68 km de terreno árido y ventoso, es, en medio de la nada, una estación de servicio con sus únicos dos surtidores al aire libre. A casi cien kilómetros a la redonda no hay otra cosa que no sea esta estación y la precaria casita lindera, donde
Estacion de Tapi Aike
vive el playero. Es un verdadero oasis. A medida que íbamos arribando, recargábamos y nos amontonábamos dentro de la pequeña estación para tomar un café y recuperar la temperatura corporal. Mientras tanto el playero nos contaba, como hacía para pasar el tiempo con su familia en esa soledad, después de haber venido desde Misiones hace un año buscando progreso sin suerte, en rio Turbio.
Una vez reunido todo el grupo, hicimos los últimos 40 kilómetros por este año de la ruta 40, hasta llegar a un desvío, que nos llevaría por ripio  al paso fronterizo Rio Don Guillermo. Después de varios kilómetros  detrás de un camión con un semirremolque cargado de grandes garrafones, circulando penosamente por esta
abandonada ruta, ocupando todo el ancho de la vía, nos hacía imposible adelantarlo. Llegamos a un pintoresco paso fronterizo compuesto por tres o cuatro casitas, en medio de un valle verde rodeado de montañas. Aquí el trámite fue más lento. No tienen luz eléctrica. Dependen de un generador que prenden por la noche o cuando llega alguien para poder imprimir los formularios que debíamos completar para salir del país. A pesar de ser las únicas personas en pasar en todo el día, las tres personas que allí estaban se encargaron de hacernos el trámite, lo más burocrático posible. Como no están informatizados, los formularios había que llenarlos manualmente en lugar de autocompletarse con solo el número de DNI, como sucedió en el paso Futaleufu.

llegando al paso fronterizo Don Guillermo
  Al salir Manuel se da cuenta que había perdido en el traqueteo,  la patente, un verdadero trastorno, porque faltaban muchos kilómetros aun.
Continuamos rumbo a la frontera, marcada por un cartel, pues no hay nada que naturalmente forme una frontera, no hay picos, no hay ríos, nada que indique donde termina un país y empieza el otro.  Un poco más adelante llegamos al control fronterizo chileno. Nos sometieron a un riguroso control de documentos y un escaneo de equipajes en busca de frutas y cárnicos. Cuando llego el momento de revisar el equipaje de las motos, de forma sincronizada, nos íbamos moviendo tapando la moto para que el agente no notara la falta de la patente.
Aduana chilena
  Después de zafar el control, en el apuro por alejarse de allí,  a Manuel, quien había perdido la patente, se le cae uno de los  guantes  y el agente lo levanta y lo llama para alcanzárselo, y Manuel, se creía que lo llamaba por que se había avivado de la falta de la patente.

A metros de la aduana, una vieja y pintoresca edificación de madera, parecidas a las del Far West. Allí funcionaba, una cafetería, casa de cambio, venta de souvenirs, biblioteca y restaurante. Aprovechamos a almorzar, y a comprar pesos chilenos para gastos menores.

casa de cambio, cafeteria, venta de recuerdos en la frontera

Acá, el grupo se dividió. Raúl, Alberto y Fabio hicieron el circuito del parque Torres del Paine, con casi 240 kilómetros de ripio. El resto continuamos hacia Puerto Natales, a solo 70 kilómetros.
 Poco antes de llegar, en un desvío de la ruta, un letrero nos indica que allí cerca está el Parque Cueva del Milodon. Nos habían recomendado visitar el lugar. Hacia allá fuimos. En el desvío esperamos a José y a Fabián, que en un descuido pasaron de largo raudamente, no dándonos tiempo de alcanzarlos.
 En el puesto del guarda parques abonamos la entrada, económica por cierto. Una pasarela que atraviesa una arboleda, nos llevó a una inmensa caverna.

Cueva del Milodon

Cueva del Milodon
Me recordaba a la Gruta del Intihuasi en San Luis pero mucho más grande. Es increíble la altura, el ancho y la profundidad que tiene. Uno se siente insignificante allí dentro. Se han encontrado restos óseos de distintas especies animales que allí se resguardaron. La pasarela recorre todo el interior de la caverna, hasta llegar a un lugar donde exhiben una representación a tamaño real de lo que fue esa especie de perezoso prehistórico que dio nombre al parque.
Dejamos el lugar hacia Pto. Natales.  La ciudad está a orillas de un fiordo de los tantos que forma en esa zona austral,  el Océano Pacifico. Es una antigua población, avistada en 1557 por primera vez cuando se buscaba una comunicación con el estrecho de Magallanes. Pero recién se pobló alrededor del año 1890 gracias a las tierras óptimas para la cría de ganado.  Y más tarde, sería el principal puerto a través del cual se exportaría el carbón mineral extraído desde la cercana ciudad de Rio Turbio en la argentina, distante a solo 45 kilómetros a todo el mundo. Como testigo de esta actividad, quedaron los pilotes del antiguo muelle de madera que ahora solo es utilizado por los cormoranes que allí se posan para secar sus plumas.
Puerto Natales
Puerto Natales

El sol ya se ponía sobre el Océano Pacifico y generaba sombras sobre los antiguos pilotes de lo que en algún momento fue un  ajetreado muelle de cargas. Quede un buen rato mirando este hermoso espectáculo que me regalaba la naturaleza, acompañado solamente por el graznido de las aves. En la zona donde vivo no tenemos la posibilidad de ver el sol poniéndose  en el mar. Si lo vemos salir.
Cueva del Milodon
En la estación de servicio, nos recomendaron un hotel donde alojarnos. El mismo, ese día cerraba la temporada. De manera excepcional nos dieron alojamiento. Por suerte en la estación y en el hotel  nos tomaron la tarjeta de crédito para no gastar los pocos chilenos que teníamos.
 Como no encontramos un restaurant de mariscos, esa noche cenamos unas tradicionales minutas. Esa noche , el frio se hizo sentir, dándonos un poco de miedo que lo que nos depararía más al sur todavía.




La cueva del Milodon

La cueva del Milodon

La cueva del Milodon


Costanera de Puerto Natales

Costanera de Puerto Natales

Costanera de Puerto Natales

Costanera de Puerto Natales

Costanera de Puerto Natales

plaza de Puerto Natales


Museo Pto. Natales

Museo Pto. Natales

Museo Pto. Natales

Museo Pto. Natales

Museo Pto. Natales

Costanera de Puerto Natales

Costanera de Puerto Natales

Costanera de Puerto Natales

La cueva del Milodon

Costanera de Puerto Natales

La cueva del Milodon

La cueva del Milodon

La cueva del Milodon


Tapi Aike

Camino a Tapi Aike

Paso fronterizo "Don Guillermo"

Paso fronterizo "Don Guillermo"

Paso fronterizo "Don Guillermo"


Camino a Tapi Aike

Camino a Tapi Aike

Camino a Tapi Aike

acceso a El Calafate




Costanera de Puerto Natales

Costanera de Puerto Natales

Puerto Natales

Paso fronterizo "Don Guillermo"


Paso fronterizo "Don Guillermo"

Tapi Aike

Museo Pto. Natales

Museo Pto. Natales

Museo Pto. Natales

Costanera de Puerto Natales

Costanera de Puerto Natales



Puerto Natales

Costanera de Puerto Natales

Costanera de Puerto Natales

Costanera de Puerto Natales

Puerto Natales

Costanera de Puerto Natales

Costanera de Puerto Natales

Costanera de Puerto Natales

Costanera de Puerto Natales

Costanera de Puerto Natales



Puerto Natales

Atardecer en Puerto Natales

Costanera de Puerto Natales

Costanera de Puerto Natales

cueva del milodon

acceso a la cueva del milodon

Paso fronterizo "Don Guillermo"

Paso fronterizo "Don Guillermo"


Paso fronterizo "Don Guillermo"


Paso fronterizo "Don Guillermo"

Paso fronterizo "Don Guillermo"

Paso fronterizo "Don Guillermo"

Camino a Tapi Aike

Camino a Tapi Aike

Camino a Tapi Aike



Costanera de Puerto Natales



Parque Nacional Torres del Paine

Parque Nacional Torres del Paine

Parque Nacional Torres de Paine (Chile)

Parque Nacional Torres del Paine

Parque Nacional Torres del Paine

Parque Nacional Torres del Paine

Parque Nacional Torres del Paine

Parque Nacional Torres del Paine




DIA 9

Desde Pto. Natales (Chile) 
hasta Punta Arenas(Chile)





Puerto Natales

Un buen desayuno en el hotel , vino bien para arrancar y recorrer los 250 kilómetros que teníamos hasta Punta Arenas.  Para ello tomamos la ruta 9 que contornea  a solo 5 kilómetros, la frontera Argentina hasta llegar al Rio Penitente donde cambia el rumbo hacia el sur casi en línea recta hasta Pta. Arenas.
el morro
 El camino pasa cerca de muchos morros que sobresalen abruptamente del terreno circundante. En realidad estos morros son lo que queda de antiguos conos volcánicos aun sin desgranar.
A la vera del camino es común ver montes de árboles bajos,  castigados por los vientos, cubiertos casi en su totalidad por líquenes y musgo, dándoles un aspecto algo tenebroso. Y algo curioso también fue ver lo que quedaba de antiguos montes ahora secos y de madera podrida. Parecía que estábamos en la estepa rusa  en la ciudad de Tunguska, donde cayó a principio del siglo pasado un meteorito que desbastó grandes zonas boscosas.

tunguska
Como la zona está muy cerca de la frontera  con Argentina, es muy común ver a los costados del camino carteles indicando la prohibición del paso por peligro de explosión de minas. Estos campos minados son el triste recuerdo del conflicto bélico que tuvimos por el canal de Beagle.
En la localidad de Villa Tehuelches, hicimos un alto para tomar algo caliente y comer algo. Pensábamos que allí habría combustible, pero no fue así.
Casi sin combustible, con la reserva desde hacía unos 40 kilómetros atrás, llegamos a la enorme ciudad portuaria de Punta Arenas. Perecía mentira, pero no encontrábamos estaciones de servicio después de recorrer gran parte de su extensa costanera. Acá, nuevamente nos desencontramos. Fabio, José y Fabián siguieron de largo. Como es nuestra costumbre en caso de separarnos, el punto de encuentro siempre es la plaza principal, así que fuimos hasta allá a esperar  a los que faltaban.  Eran las 14 hs. El tiempo de espera lo aprovechamos para buscar alojamiento. La idea era al llegar, buscar alojamiento e ir a la Zona Franca, para comprar los “encargues” de nuestras familias, electrónica, ropa, zapatillas, perfumes y accesorios para las motos, aprovechando que es una zona libre de impuestos. Allí Fabio, Raúl y Alberto compraron  cubiertas pues las que habían puesto al salir, unos 5000 km aprox, ya se habían consumido. Las Karoo de los hermanos Faglioni y la MT60 de Fabio, quedaron casi con las telas. El resto salimos con Sahara enduro 3 y completamos la vuelta de casi 9000km y nos quedó como para unos 2000 km más.
campo minado cerca de la frontera
Fabio consiguió después de mucho desearlas y buscarlas de manera infructuosa en Argentina,  unas hermosas Heidenau. En cambio los hermanos consiguieron de casualidad las últimas Mitas que quedaban en la ciudad. Y como si el hecho de conseguirlas fuera poco, que decirles la odisea que fue conseguir una gomería que las cambie. En el sur nadie quiere cambiar o emparchar cubiertas de motos. Nos pasó en muchas ciudades, y llevándoles la rueda desarmada, aducían que no querían hacerse cargo si marcaban las cámaras al  armarlas. En el caso de Fabio fue de risa. Las compro en Moto aventura Chile, el dueño es un histérico de la prolijidad y pulcritud. Para cambiarle la cubierta le dice a Fabio “en mi taller no entra una moto sucia”, el tipo le lavo por completo la moto, y solo después de esto le cambio la cubierta. Fabio quería llegar con la moto sucia y este inconsciente se la dejo como 0 km con el lavado, solo para cambiarle la cubierta.
Camino a la zona franca se encontraba la empresa  de los ferris, así que aprovechamos a sacar los boletos para asegurarnos de tener lugar al día siguiente en la embarcación. El valor del pasaje con la moto fue de unos $280 argentinos
restos de lo que fuera un cono volcanico

Después de la tarde de shopping había que meter todo lo comprado en el equipaje , una dura tarea.  Acá es donde se ve la habilidad de aprovechar cada espacio libre.
el comedor de los dueños del hotel
El hotel que conseguimos era otra vez, de esos que me gustan a mí, y esta vez no lo elegí yo. La entrada era un largo pasillo que terminaba en lo que era el comedor de los dueños. Con sus muebles, su alacena con sus alimentos, su cocina. Usábamos su mesa principal para conectarnos a internet y tener contacto con nuestras familias. Nos prestaban sus vasos para preparar unos Fernet y sentarnos en sus sillones a ver la tv. Ese contacto con la gente, vivir prácticamente en sus casas, es lo bueno de los viajes. La gente se abre y pasamos a ser como de la familia, te cuentan la realidad de cada lugar y no lo que te muestran por tv.

noche fresca
Nos fuimos esa noche a censar a una fonda cerca del hotel, volvimos a probar el ceviche que desde Perú no veíamos. Y otras exquisiteces locales.
Luego fuimos hasta la costanera donde está el casino, y sobre este, un edificio de 9 pisos, donde en la última planta, alberga una refinada confitería, una especie de mirador, todo  vidriado con vista al estrecho de Magallanes, por unos tragos.
En el hotel las habitaciones no eran lo que llamaríamos amplias, y para colmo nos tocó compartir con José.  José es el ronquido personificado.  Es inhumano tratar de dormir al lado de él. Por suerte una habitación contigua estaba desocupada y sin llave, así que por voluntad propia fue a dormir allá. De todas formas las paredes no pudieron contener los ronquidos. Era como si las paredes vibraran a la misma frecuencia de los ronquidos y las atravesaban, fue imposible conciliar el sueño.



Punta Arenas

Punta Arenas

casino de Punta Arenas

casino de Punta Arenas


casino de Punta Arenas

casino de Punta Arenas





la fonda al mejor estilo de La Boca

el lobby del hotel





tipica construccion del sur chileno


villa Tehuelches(Chile)




caseta de autobus

carabineros



paisaje fantasmagorico














Día 10

Desde Pta. Arenas(Chile)
 hasta Ushuaia(Argentina)



embarcando hacia Tierra del Fuego



heladita
Esa fría mañana, y cuando digo fría, era ver los techos de los coches escarchados, sí madrugamos. A las 7,30 am teníamos que estar con los boletos en el puerto donde embarcaba el trasbordador. Fuimos a buscar las motos al garaje de una familia amiga del dueño del hotel, que amablemente nos dejó estacionarlas a resguardo, la noche anterior.
El trasbordador  se encontraba ya atracado haciendo maniobras previas a la carga de los vehículos, con las motos ganamos los primeros lugares. Aún no había amanecido, y semejante barco parecía mentira verlo así encallado en la costa, con sus luces reflejando las oscuras aguas,  con la planchada apoyada en la rampa de cemento que desaparecía en el agua. 
Con una puntualidad a la que no estábamos acostumbrados, a las 8 en punto nos hicieron comenzar a abordar. Primero las motos. De a una fuimos subiendo a la inmensa bodega toda iluminada, y las acomodamos en unos lugares preparados para tal, y las fueron atando con sunchos con mucho cuidado y profesionalidad.
Subimos a la cubierta, donde estaba un amplio star, con sillones y mesas muy cómodas nos acomodamos a la espera de la partida. Cuando el barco levanto la planchada y comenzó a moverse, en el horizonte comenzaba a asomarse los primeros rayos del sol. Con él, la temperatura comenzó a subir.
amanecer en el estrecho de Magallanes
En este sector el estrecho de Magallanes tiene un ancho de unos 45 kilómetros, y todo el viaje, desde que abordamos y descendimos demora dos horas y media. Siempre en lo posible hay que hacerse de los pasajes, el día anterior, porque la partida es por orden de llegada y cuando se completa, el que no subió se queda afuera, y solo hay dos viajes por día.
Después de un placentero viaje comenzamos a ver la costa de la isla de Tierra del Fuego. Uno tiene el preconcepto cuando le dicen “la isla”, que en cualquier momento te caes del otro lado. Que equivocado estaba. Cuando empezamos a hacer kilómetros , y kilómetros, te das cuenta que es más que una isla, prácticamente era como estar en el continente.
El puerto a donde descendimos se llama El Porvenir.
Es un pequeño pueblo que es la capital de la provincia chilena de Tierra del Fuego, lo que Ushuaia es para nosotros. La ciudad me hizo pensar que estaba en las islas Malvinas, más precisamente en Puerto Argentino. Tiene las mismas características, pues están sobre una pequeña bahía, a orillas del mar, un lugar muy ventoso y las construcciones son las típicas inglesas del siglo pasado. Bajas, de chapa y con un colorido multicolor daban un aspecto algo nostálgico. Quizás  trataba de imaginar ese caserío allá por los años 1883 cuando la fiebre del oro dio origen al pueblo.
la costa chilena de Tierra del fuego
Dejamos atrás este vistoso pueblito, y tomamos la hermosa ruta Y-71 que bordea la costa oeste de la isla de tierra del fuego, uniendo pequeños asentamientos de pescadores artesanales desperdigados a lo largo de la ruta a orilla del mar. En muchos casos no eran más que dos o tres ranchos de chapa en medio de una desolada playa a merced de los fuertes vientos que allí soplan. La traza tiene distintos altibajos, en tramos vamos pegados al mar y en otros se interna para sortear alguna saliente rocosa, elevándose unos cientos de metros , dándonos unas vistas hermosas del estrecho de Magallanes. El ripio esta en excelente estado, porque lo transitan muchos camiones y lo tienen muy bien mantenido.
Al llegar a Caleta Rosario, la ruta deja la costa

 y se interna en  la isla formando una recta hasta llegar a San Sebastián del lado chileno, donde está la aduana chilena. Desde dejar el trasbordador hasta acá , habíamos recorrido unos 140 kilómetros. Nos agrupamos y de a unos fuimos haciendo los tediosos
frontera de San Sebastian(Tierra del Fuego)
trámites aduaneros. Primero aduanas, a dos metros el segundo mostrador migraciones, y más allá otro mostrador donde te pedían el papelito que te habían sellado unos pasos atrás. Perece, como que no se conocieran entre ellos, los empleados, o que desconfiaran los unos de los otros, porque uno certifica el papel que te dio el otro que está a su lado. Que en realidad un solo empleado tendría y podría hacer todo para que sea más fluido el trámite.
A medida que íbamos dejando la aduana chilena, salíamos rumbo a la aduana Argentina distante a unos 15 kilómetros de allí. Aquí el camino es como un limbo, es como que no perteneciera a nadie, porque estaba tan deteriorado por el continuo tránsito de camiones que van de la isla al continente, que había que mirar bien la huella para no terminar en algún huellon dejado por algún camión encajado.
Volvimos a hacer el mismo trámite, pero de este lado de la frontera, pero aquí el tema estaba más “aceitado”, así que nos despacharon más rápido.
 Todavía me costaba creer que para cruzar a la isla hay que entrar y salir de Chile. Que cada cosa que se fabrica en la isla, cada cosa que debe entrar a la isla, debe pasar por Chile, hacer los engorrosos trámites aduaneros, 2 veces en solo 100 km, usar sus barcos y hacer miles de kilómetros. Lo mismo para recibir los insumos. Es un ida y vuelta que ahora comprendo el porqué de los costos, es puro gasto de expresos. Se justifica? Y más sabiendo que solo se ensambla. Es llevar insumos, ensamblarlos y volver a traerlos. Y en todo se siente la distancia. Me paso al visitar el taller de Ouniczuk. Un cliente estaba ofuscado porque hacía una semana que esperaba unos repuestos para su moto desde Rio Gallegos. Y si allí no había, hay que esperar casi un mes a que lleguen de Bs As. Ahí es donde a uno le viene a la cabeza la frase popular que dice “dios está en todos lados , pero atiende en bs as”.
 Terminados los trámites, cargamos combustible en la pequeña estación del ACA que se encuentra a solo metros de la aduana Argentina y partimos rumbo a Rio Grande. A partir de aquí la ruta hasta llegar a Ushuaia es completamente asfaltada. Y ahora estaban asfaltando el tramo de la ruta 3 que continúa desde San Sebastián  hasta el extremo norte de la isla llamado cabo Espíritu Santo.
La ruta en este tramo es ventoso, y siempre vamos bordeando el Océano Atlántico por arriba de una costa acantilada. La vegetación está compuesta  solamente por pastizales bajos con forma de melenas que nos servían para saber de qué lado teníamos las ráfagas de viento. Los pocos árboles que se ven, son arbustos bajos, con formas aerodinámicas. La parte de la planta más castigada por el viento, es aquella que da al este, o sea a la costa, es la más baja, casi pegada al piso. En cambio la cara opuesta es la más alta, pero nunca superan los 2 metros de altura.
La costa de San Sebastian
Antes de llegar a la estancia Las Violetas, en las cercanías de Rio Grande, notamos que la ruta en una parte recta, se ensancha una mano más a cada lado. Los lugareños nos decían que, en la guerra de Malvinas, ese tramo de ruta se usaba como pista de aterrizaje auxiliar.
A medida que nos acercamos  Rio Grande, vamos viendo a los costados de la ruta los grandes emprendimientos fabriles que dan vida a esta ciudad. También vimos varias fábricas que procesaban la lana. A simple vista creo que esas mismas fábricas son las que hace más de un siglo ya procesaban la lana de toda la zona. Conservando la arquitectura original y creo que la maquinaria usada hace tanto tiempo, también.

Mision salesiana
A unos 12 kilómetros de Rio Grande, visitamos La Misión Salesiana  Nuestra Señora de la Candelaria. Es un complejo educativo, cultural e histórico, fundado por la congregación religiosa de los Salesianos de Don Bosco. El 11 de noviembre de 1893 llegaron los primeros salesianos a Río Grande. Monseñor José Fagnano había elegido la costa norte del río Grande para crear un asentamiento con el objetivo de evangelizar a los indios Shelknam y protegerlos de la amenaza que representaban los buscadores de oro y principalmente los estancieros, quienes no dudaban en matarlos cuando los aborígenes tomaban sus ovejas. Lo primero que se observa es la pequeña capilla íntegramente construida en madera y sigue aun en pie a pesar de haber sido inaugurada en 1899. A su alrededor se encuentran antiguas máquinas de vapor, y herramientas de labranza utilizadas hace más de un siglo atrás.
Continuamos viajando, bordeando la importante ciudad de Rio Grande, cruzamos el rio que da origen al nombre de la ciudad. Sobre la margen occidental del puente se ven las ruinas del antiguo puente colgante de una sola mano. Que era el único medio para sortear el rio. Hasta no hace mucho tiempo se lo seguía utilizando, hasta que una tormenta de viento cortó varias de sus riendas y lo dejo semisumergido.
A solo 40 kilómetros, en la llamada Punta María, volvemos a tomar contacto con la costa.  Así llegamos hasta la estancia Viamonte. A partir de aquí, el camino deja la costa y de interna en la isla con rumbo al extremo oriental del lago Fagnano, donde se encuentra la ciudad de Tholuin.
 Al dejar la costa,  el terreno  deja de ser llano para convertirse en lomadas, que ofrecen protección de los vientos y comienzan los montes de Lenga. Estos están cubiertos por líquenes que le dan un aspecto tenebroso, pero según dicen los que saben, donde hay líquenes el aire es más puro.
Cerca de las 15 hs llegamos a Tholuin. Es una pequeña ciudad cuya principal actividad es la industria forestal como así también el turismo.
Después de cargar combustible, entramos al pueblo para visitar el famoso parador/panadería La Unión. Es un parador muy original. Originalmente era una panadería, ahora es cafetería y lugar de parada obligada de las excursiones que por allí pasan. Se ven fotografías de artistas y famosos que por allí pasaron. En un rincón temático hay un homenaje a Rene Favaloro, con una figura a tamaño real del famoso cirujano, donde la gente se fotografía. 
Originalmente la idea era hacer noche aquí, porque creíamos que, entre la balsa, las aduanas y el camino desconocido nos iba a llevar más tiempo llegar hasta aquí. Así que merendamos un excelente café con leche, acompañado de dulces exquisiteces que allí elaboraban y continuamos viaje directamente hasta Ushuaia.
Dejamos Tholuin, siempre en medio de un espeso bosque y la ruta en excelente estado serpenteando la orilla del lago Fagnano.
A no más de cinco kilómetros  pierdo de vista a Manuel que me precedía. Me detengo a esperar que me alcanzaran. Los minutos pasaban y no aparecían.  Un rato más tarde aparecen Alejandro y Raúl, con la noticia que Manuel había pinchado la rueda trasera. Que el resto del grupo se encargaba de ayudarlo y que nosotros siguiéramos para encargarnos de conseguir alojamiento.
Sacaron la rueda y la llevaron a Tholuin con una cámara de repuesto.

Después de rebotar en tres gomerías que no querían ni desarmar la rueda, mucho menos emparcharla, regresan donde la moto y con las herramientas que tenían desarmaron la cubierta y reemplazaron la cámara. Con tanta mala suerte que al armarla mordieron con las barretas la cámara nueva, pinchándola. Vuelven a desarmar y la única cámara que quedaba era una delantera rodado 21, la pusieron igual. Y como en Ushuaia tampoco conseguimos quien la desarme, termino el resto del viaje con la cámara 21 dentro de la rueda 17, sin ningún problema.
paso Garibaldi
Los que seguimos, pudimos disfrutar de los hermosos paisajes hasta llegar a Ushuaia de día. Ni bien dejamos el lago Fagnano comenzamos a bordear el lago Escondido, rodeado de un paisaje multicolor que le da la vegetación del lugar. Comenzamos a ganar altura hasta llegar al paso Garibaldi. Única conexión para llegar a Ushuaia. En invierno suele estar muchas veces cerrado por las intensas nevadas o por el hielo que allí se forma. El camino aquí es de cornisa y muy vistoso, con el lago a nuestros pies.  Los cerros nevados a cada lado del camino nos acompañan hasta llegar al rio Lasifajaj, al que bordeamos  unos cuantos kilómetros en medio de turbales. Estos utilizados en muchos lugares como combustible y los escoceses lo venían a buscar porque es uno de los componentes utilizados para darles al whisky un particular y único sabor.

Unos kilómetros más y dos enormes carteles nos indican que llegamos al objetivo de este viaje. La ciudad más austral del Mundo, Ushuaia. Un sueño más que se cumplía. Los últimos rayos de sol nos dejaron fotografiarnos en la entrada de la ciudad.Desde este punto se aprecia lo grande que es la ciudad, y confieso que me sorprendió. Siempre imagine que era un caserío a orillas del canal de Beagle. Pero no, es muy grande y vistosa. A resguardo de los fuertes vientos, a los pies de  cerros nevados, aunque parezca increíble el clima de esta ciudad es especial. Con 5 grados de temperatura andábamos con una remera y un buzo de polar. A esa misma temperatura en Santa Teresita, necesitas el doble de ropa .
Mision Cumplida!!!
 Las laderas de las montañas, cubiertas por caseríos, su puerto, el aeropuerto, era  como estar en una de esas tantas fotografías que desde hace tiempo veíamos y soñábamos  con lograr visitar.
Nos adentramos en el caótico tránsito de la ciudad cerca de las 19hs, hora en que todo el mundo
parece que sale a la calle. Buscamos muchos, pero muchos hoteles, y ninguno tenía con cochera. Después de mucho recorrer encontramos uno que si tenía estacionamiento, también tenía pileta climatizada, y muchas, pero muchas estrellas en la puerta. Pero, a pesar de las estrellas el precio no era mucho más caro que otros que habíamos recorrido sin tantos servicios. Así que, lo tomamos, en parte, como un premio por haber hecho tantos kilómetros y llegar al destino.
 Esperamos la llegada del resto del grupo que había quedo emparchando la rueda y nos acomodamos en el hotel. Dejamos los bártulos y nos dirigimos a la pileta climatizada, unas dos horas para ablandar las endurecidas osamentas.
Como evitamos hacer noche en Tholuin, ganamos un día más  en Ushuaia para conocer todos sus atractivos.

Ushuaia


Ushuaia



Cerro Castor

Aerosillas de Cerro Castor

Paso Garibaldi


Lago Escondido




Panaderia la Union


Colonia salesiana

antiguo radar


La costa de San Sebastian


La costa de el Porvenir(Chile)

El Porvenir(Chile)

monumento a las tribus nativas en El Porvenir(Chile)

El Porvenir(Chile)

El Porvenir(Chile)

El Porvenir(Chile)

El Porvenir(Chile)

El Porvenir(Chile)

El Porvenir(Chile)

cabina de mando del trasbordador

la confiteria del trasbordador


mi Buenos Aires, queriiidooo, cuando yo te vuelva a ver.....

amanece en el estrecho de Magallnes


fijando las maquinas


Puerto de Punta Arenas



El Porvenir(Chile)


antiguo puente en las afueras de Rio Grande




pileta del hotel en Ushuaia

hotel en Ushuaia
















Día 11

Visita a la penitencieria

 y excursion en catamaran





Sin compromiso de salir temprano, aprovechamos unas horas más de sueño. Al abrir las ventanas la vista era indescriptible, a un lado el canal de Beagle con su puerto y al otro la antigua cárcel con los cerros nevados como fondo.
puerto de Ushuaia
Bajamos a desayunar. Que desayuno!!  Después de haber compartido 4 tipos un saquito de café y un turrón esto era el paraíso. Medialunas, las que quisiéramos. Tortas, a elección. Hasta una sartén para hacer huevos revueltos con jamón, como acostumbran los norteamericanos. Después de semejante panzada no nos quedaban ganas de almorzar prácticamente.
Decidimos conocer la cárcel. Estaba a solo una cuadra del hotel. Abonamos la entrada, unos $ 120 y nos sumamos a una guía que explicaba vida y obra de cada personaje que por allí paso. Es increíble cómo funcionaba y se auto sustentaba, con su usina, su pequeño tren que servía para proveer de leña al penal para calefacción y para generar electricidad. Como, los reclusos, elaboraban muebles para ser comercializados y mantenerlos ocupados.

Presidio
 La visita hay que hacerla tranquilo, pues lleva toda una mañana o una tarde recorrerla por completo. Pues en cada celda tiene un mini museo. Desde antiguos instrumentos de medición náuticos, reliquias de indígenas, muchas fotografías antiguas desde la fundación, hasta de la fiebre del oro que ocurrió a principios del siglo pasado. Los restos de lo que fue el faro del fin del mundo, inmortalizado por Julio Verne en una de sus novelas y el   faro a escala real.

Vale la pena visitarla, nos transporta a lo que fue la vida sacrificada de los que allí cumplieron su condena, como así también  de la población que allí se estableció cuando nació la ciudad.
Faro les eclaireurs
A las 14,30 teníamos una excursión de 2 hs en catamarán para recorrer el canal de Beagle, el faro Les Eclaireurs y unas loberías. Ya habíamos averiguado por la mañana el precio. La excursión corta salía $400 per cápita, pero por diez personas nos hicieron un descuento y nos quedó en $300 cada uno.
Al llegar para embarcar, un personaje disfrazado como preso de la cárcel, nos dice que la excursión estaba completa. Pero, y aquí es donde se pone en juego ser  muchas personas en el grupo, el no
puerto de Ushuaia
querer perderse a 10 tipos, le buscan la solución. Terminamos haciendo la excursión larga, la de 4 hs, que salía $700, por el mismo precio, o sea $300.
La excursión recorre una serie de islotes a lo largo  del canal de Beagle. La lobería, el faro, que todo el mundo se cree que es el del fin del mundo, es muy vistoso verlo sobre un pequeño islote, al que la lancha rodea varias veces, para continuar casi una hora más de navegación hasta llegar a una pinguinera, donde predominan la especie de pingüino emperador, con su hermoso plumaje en la cabeza  color amarillo perfecto. La lancha queda prácticamente a centímetros de la playa por la abrupta pendiente que tiene la arena. Los pingüinos permanecen inmóviles, como posando para avalancha de flashes que les disparan.
Con los últimos reflejos anaranjados del sol detrás de los cerros que cobijan la ciudad, llegamos a puerto. De allí, nuevamente a la pileta del hotel, hasta la hora de la cena.
Hicimos una recorrida por las calles céntricas, haciendo compras. Hay muchas casas de souvenirs muy grandes, con artículos de los más variados,  unos más lindos que los otros, nos queríamos traer todo, pero el límite lo ponían nuestros bolsos. Muchos aprovechamos a comprar ropa de abrigo, porque la variedad y los precios eran muy tentadores. Se consigue indumentaria importada que no es común de conseguir en otros lados y a unos precios más que accesibles.
La cena fue una parrillada acompañada de un buen vino patagónico. No había culpa, ni control de alcolemia porque éramos todos peatones.





USHUAIA

copia del faro del fin del mundo

interior del faro

carcel

La carcel del fin del mundo

reliquias de la carcel

La carcel del fin del mundo

puerto de Ushuaia

puerto de Ushuaia

puerto de Ushuaia

La carcel del fin del mundo

La carcel del fin del mundo


La carcel del fin del mundo
La carcel del fin del mundo

La carcel del fin del mundo

La carcel del fin del mundo

La carcel del fin del mundo

La carcel del fin del mundo

USHUAIA


USHUAIA


navegando el Canal de Beagle


Faro les eclaireurs

Faro les eclaireurs

Faro les eclaireurs




Puerto de Ushuaia

USHUAIA

USHUAIA







Dia  12

Visita bahia La Pataia y glaciar Marthial


El tren del fin del mundo


Nuevamente el abundante desayuno, pero unas horas más temprano, pues iríamos a Bahía La Pataia, distante unos 28 km del centro hacia el sudoeste. Éste, es el extremo sur de la ruta 3, cercano al límite con Chile. Es el punto obligado para quien visite Ushuaia, y sacarse la típica foto junto al cartel que indica el final de la ruta  RN3.

 La mañana estaba bien fresca, así que nos pusimos todo lo que teníamos de abrigo encima. Pero curiosamente  en pleno parque nacional, el termómetro de la moto acusaba 1,5 grados, pero no hacia frio, si!!, no hacia frio estaba agradable .
A poco de salir del casco céntrico, el asfalto se termina  y se llega al puesto del guarda parques donde controlaron todos los documentos para certificar que no haya extranjeros infiltrados, y pagando $ 40 c/u  ingresamos a un espeso bosque natural de Lengas sobre  una ruta de ripio que parecía asfalto, de tan prolija y mantenida que estaba. Esta ruta bordea en muchos tramos el recorrido del pintoresco tren que antiguamente partía desde la cárcel hasta estos bosques en busca de leña. Y testigo de ello son los tocones de los arboles ya talados desperdigados por todo el bosque a la vera de las vías.

El tren del fin del mundo
A mitad de camino, nos encontramos con el final del recorrido de las vías, y entre el follaje se veía la pequeña locomotora con la formación de vagones, maniobrando para regresar. Es muy bonito ver esa pequeña locomotora humeando, ya no vapor sino diésel, simulando la blanca humareda del tren original, muy bien mantenida y pintada como recién salidas de fábrica.
Continuamos por ese hermoso camino, cruzando muchos cursos de agua, que los castores, ahora plaga en esta zona, represan para hacer sus hogares. Nos contaban acerca del problema que generan los castores. Es una especie introducida por el hombre, traído desde el hemisferio norte. El problema radica en que, en la zona donde habita en el hemisferio norte, las especies arbóreas de las que se alimenta este roedor, se regeneran en poco tiempo. En cambio las especies del sur son árboles que tardan años en crecer y no vuelves a brotar del mismo tronco. Por eso se lo declaro plaga, por la deforestación que provoca.
Llegamos al final del camino donde hay un estacionamiento y el famoso cartel que indica que llegamos al final del recorrido de la ruta RN3 y la distancia hasta Buenos Aires que es donde comienza. Sacamos todas las fotos de rigor para inmortalizar el momento. A partir de allí comienza una pasarela que conduce hasta la orilla de la bahía. Con un hermoso mirador donde se aprecia el canal de Beagle y a nuestras espaldas los cerros nevados rodeados de una paz que no hay nada que lo interrumpa, solo el sonido de la naturaleza.
Iniciamos el regreso, y hacemos una parada en la estación donde parte el tren. El lugar donde está emplazada es un valle a orillas de un rio. Dentro de la estación hay  un gran recinto que es el taller donde se le hace el mantenimiento a las locomotoras y a través de ventanales se ve el trabajo que hace la gente que allí trabaja. El interior de dicha estación está ambientado como una estación europea antigua, donde hay una linda cafetería y locales de souvenirs.
estacion del tren del fin del mundo
Al salir del parque nacional, nos aconsejaron visitar el glaciar Marthial, a solo unos 5 km del centro. Un camino asfaltado sinuoso nos fue llevando montaña arriba hasta llegar a una gran playa de
estacionamiento. De allí en adelante el camino es una trepada que se hace a pie, y con una fuerte pendiente que hacía muy agotadora la caminata. Sumado a esto, no estábamos con la vestimenta adecuada para hacer trecking, todo lo contrario, pesadas camperas de moto, botas de moto, pantalones de abrigo, calzoncillos largos, todo lo opuesto a como deberíamos estar preparados.
Caminata al glaciar Marthial
Pese a esto después de casi una hora de caminata la pendiente se nivelo y pudimos continuar más aliviados hasta un sector a los pies de la montaña donde ya había nieve. Para llegar hasta el glaciar había otro trecho igual, y con la facha que teníamos no estaba para hacer semejante locura.
Comenzamos el descenso. Si la trepada fue dura, la bajada fue peor aún. Tal era la pendiente que nuestro cuerpo hacia que quisiera ganarle a nuestras piernas. Las rodillas a la miseria, había que descender en zigzag para no terminar rodando.
Al lado del estacionamiento había una confitería abierta, así que allí nos dirigimos para recuperar las energías gastadas. Un buen sándwich de jamón con un rico pan casero, acompañado de una cerveza artesanal local.
Acto seguido fuimos en busca del taller de Pablo Onyszczuk, yo, a cambiar las pastillas de freno delantera que ya no daban para más, hacían un chirrido terrible y temía me rayaran los discos. Manuel, tenía que cambiar la cámara trasera y Alejandro, cambiar la cadena que ya estaba en sus últimas.
el taller de Onyszczuk
Como describir lo que es el taller. La vereda y el jardín de la casa es un cementerio a cielo abierto de cadáveres de cualquier cosa que tenga motor. Motos de nieve, ciclomotores, cuatriciclos, motosierras, kartings y otras cosas que no sé a qué pertenecían. Dentro del taller, las  paredes y el techo están cubiertos con viejos trofeos, posters de carreras de los 70´s, pedazos de aparatos indescriptibles. El banco de trabajo ocupado con cachivaches y partes desarmadas, quedando libre solo un sector de no más de 80 por 40cm libre que es donde trabaja diariamente. El centro del galpón lo ocupa una salamandra a gas improvisada con el centro de un viejo termotanque. Para poder entrar las motos tuvimos que desocupar hacia afuera, a la calle, un par de motos viejas arrumbadas con pocas posibilidades de volver a la vida.
Las pastillas para la GS eran imposibles de conseguir, así que usando el ingenio argento, adapto unas pastillas de, no sé qué moto, a las que soldó unos trozos de hierro para crear el encastre igual a la original. Me sáco el sombrero, quedaron de maravilla, complete el viaje sin problemas con ellas.
Con Alejandro la cosa fue peor, tuvieron que desarmar media Versys para volver a colocar la protección plástica que evita el roce de la cadena con el horquillon, pero no fue imposible .
Terminado el service, volvimos al hotel y a la pileta, hasta las 22 hs que la cerraban. Esa noche, algunos querían comer mariscos, Fabio no quería irse de Ushuaia sin probar la centolla. Otros
preferimos las pastas. El reencuentro fue en la confitería del casino para hacer un brindis festejando la última noche en la ciudad.

el spa del hotel


Casino de Ushuaia










aeropuerto de Ushuaia


Glaciar Marthial

Glaciar Marthial

Glaciar Marthial

Glaciar Marthial

Glaciar Marthial

Tren del fin del mundo

Tren del fin del mundo

Tren del fin del mundo

Tren del fin del mundo

Tren del fin del mundo

Tren del fin del mundo

Tren del fin del mundo

Tren del fin del mundo

Tren del fin del mundo

Tren del fin del mundo

castoreras

Bahia La Pataia

Bahia La Pataia

Bahia La Pataia

Bahia La Pataia

Bahia La Pataia

Bahia La Pataia


Bahia La Pataia

Bahia La Pataia

Bahia La Pataia

Bahia La Pataia

Bahia La Pataia

Tren del fin del mundo

Tren del fin del mundo

Tren del fin del mundo

Bahia La Pataia





Castoreras

Tren del fin del mundo



Tren del fin del mundo


Tren del fin del mundo

Tren del fin del mundo

Bahia La Pataia

Bahia La Pataia

Bahia La Pataia

Bahia La Pataia

Bahia La Pataia

Castoreras







Día 13

Desde Ushuaia hasta San Sebastian






angry bird
Amaneció lloviznando. Así que la partida del hotel fue con los trajes de agua puestos. Tomamos la costanera rumbo a la salida de la ciudad siempre bajo una persistente garúa. Transitamos a paso lento pero seguro, como estaba fresca la mañana, teníamos miedo que haya hielo en el paso Garibaldi. Para nuestra suerte no fue así, es mas en este sector de la ruta ya había comenzado despejar y la ruta se estaba oreando. En tholuin recargamos combustible, café y a la ruta nuevamente.

glaciar acceso a Ushuaia

Cuando comenzamos a dejar la protección de nos daba el bosque, comenzamos a notar la fuerza del viento, que se incrementaba a medida que nos acercábamos a Rio Grande. Tan fuerte era el viento que algunos llegamos con la reserva y tuvimos que entrar a Rio Grande a cargar combustible. Una sola de las pocas estaciones de combustible estaba despachando, y la cola era interminable. Dejamos la ciudad con sus calles embarradas rumbo a San Sebastián donde haríamos noche en la hostería del ACA a solo metros de la aduana argentina, para al día siguiente partir a primera hora y tomar el ferri hacia el continente.
El viento cada vez era peor. Las ráfagas sacudían las motos. El manejar era agotador, siempre acostados sobre el viento para contrarrestar la fuerza que nos hacía. La ruta en este sector, está en  una planicie sin protección natural alguna. De a poco fuimos llegando a la hostería del ACA y tirando la moneda a ver quién entraba a las duchas primero. Pues el frio era terrible. Las banderas  de la estación de servicio contigua, parecían las que planto el Apolo 11 en la luna, rectas por acción del viento.
La desolación era terrible, no hay nada a 100 km a la redonda. San Sebastián, es un caserío con menos casas que villa Roch, a  solo 100mt de la aduana argentina. Somos afortunados en tener wi-fi y en la confitería, el único tv en toda la hostería.
turistas checos
El ACA de San Sebastian
Tuvimos que ir a sorteo para decidir si ver el partido o el resumen semanal de Onur. Se impuso el partido. A pedido, nos prepararon un delicioso guiso de lenteja, nevado con queso en alusión al frio pasado. El viento sigue soplando y se mueven las chapas del techo. El soplido del viento de a ratos se pierde tapado por ruido que hace el generador que nos da energía eléctrica. Tememos que la balsa no salga si sigue el viento con esta intensidad.
 En el comedor, estamos como una gran familia, alrededor del televisor, los camioneros, una pareja de checos que están recorriendo el mundo, que miraban sin entender un corno lo que se hablaba, solo consentían con la cabeza, en un rincón estaban, el personal de aduanas que allí se alojan y que al otro día tenían que hacernos los tramites. Nosotros siendo mayoría, teníamos el dominio del control remoto.
Para poder usar el único mazo de cartas que hay, mostramos los dientes, cual perros, para defender la posesión, contra los camioneros aquí alojados,  a la espera de la apertura de la aduana.
 Hoy con más tiempo, logre achicar los bultos sobre la moto. Las compras en la zona franca, dejaron a la moto como un equeco. Y al otro día había que pasar la aduana, así que a esconder todo lo de electrónica, perfumes, para que no lo secuestren.




turistas checos dando la vuelta al mundo

paso Garibaldi



San Sebastian

Bar tematico (Ushuaia)

Bar tematico (Ushuaia)

Bar tematico (Ushuaia)

Bar tematico (Ushuaia)

Bar tematico (Ushuaia)

Bar tematico (Ushuaia)

Bar tematico (Ushuaia)

San Sebastian


Aduana de San Sebastian




Día 14

Desde San Sebastian hasta Rio Gallegos




Aduana de San Sebastian


Cómo y por dónde empezar......desayuno en hostería, nos abrigamos bien, porque el viento se despertó antes que nosotros. Cargamos todos los bártulos, y nos fuimos a la aduana.
Como siempre el personal aduanero y de migraciones, en ambos lados de la frontera, nos atendían de la manera más burocráticamente posible, y con su mejor cara de mal desayunados. Tramiterio que
Aduana de San Sebastian
deberíamos realizar 2 veces para hacer unos míseros 150 km dentro de territorio chileno. Unos 100 km de ripio y unos 50 de cemento. Eso sí, las partes sin ripio, son para felicitar, cada 5 km hay lugares para estacionar, iluminados con paneles solares y la carteleria es por demás excesiva.
 A media mañana, se levantó un fuerte viento que superaba en parte los 80 km/h, haciendo que manejáramos inclinados unos 20 grados. Fue terrible, y ni hablar cuando te cruzabas un camión. El cuello a la miseria, una experiencia muy incómoda, y el consumo excesivo de nafta, hizo que tuviéramos que usar la nafta del bidón auxiliar. Otros llegaron con olor a rio Gallegos. Pues desde San Sebastián, hasta rio Gallegos, no hay combustible.
 Llegamos a Bahia Azul, lugar donde atraca el ferry. Es curioso llegar y ver que la ruta desaparece  debajo del mar. A  los 15 min llego la embarcación, se arrimó a la costa de una forma que parecía
encallar, y comenzó a bajar la planchada, y en pocos minutos descargo todos los vehículos que traía desde el continente. Comenzamos a abordar y acá no eran tan meticulosos como en el
ferry de Punta Arenas, uno tenía que encargarse de fijar la moto con sus propios zunchos.  Luego de media hora de navegación, estábamos en el cruzábamos el estrecho de Magallanes. Es tanto el tráfico, que operan 4 ferrys constantemente. Aproximadamente cada media hora zarpa uno.
 Aprovechamos a almorzar en la única confitería que hay al bajar a tierra, para enfrentar lo que nos quedaba hasta Gallegos.  Nuevamente  el viento nos acompañaría el resto del día. Realizamos el
trámite aduanero que en este caso la aduana es unificada y haces todo el tramiterio en un solo lugar. La ruta es en este tramo, muy solitaria, ventosa, y lo único que nos mantiene entretenidos son los guanacos y los Choiques (especie de ñandú petizo).
Son un verdadero peligro, pues en grandes grupos caminan por la ruta y cuando uno se acerca, no se sabe para dónde van a salir, o muchas veces nos ocurrió que al sobrepasar algún vehículo, en ese mismo momento se nos aparecían por delante del vehículos que estábamos adelantando. Un verdadero peligro, y prueba de ello eran la cantidad de osamentas a la vera del camino.
  A no más de 40 kilómetros, a mano derecha, hay un desvío y nace una ruta que lleva en forma recta  unos 90 kilómetros, atravesando estancias, hasta  Cabo Vírgenes, que evita el tener que ir y venir hasta Gallegos. Pero la falta de combustible nos hacía imposible ir por allí. Aproximadamente  a las 17 hs. llegamos a Rio Gallegos. Exhaustos por el castigo recibido por el viento y el estrés generado por la atención constante de los animales.
 Después de cargar combustible, cuatro del grupo partimos a Cabo Vírgenes, distante unos 140 km, para visitar el comienzo de la ruta 40, el km 0 de la ruta 40. Un ripio extremo combinado con un terrible viento. En lugares te ponía la moto de costado sobre el ripio. Este tramo de la ruta solo es utilizado por las compañías petroleras que allí operan y por algún que otro loco interesado en conocer el extremo sur del continente Argentino.
 A medida de avanzábamos, cruzamos varias estaciones de bombeo de gas y petróleo y también varias estancias, una de ellas, la más grande, llamada curiosamente Monte Dinero.


El camino cuanto más avanzábamos más se deterioraba, hasta que en el último tramo era prácticamente canto rodado de unos 5 o 6 cm . Al fin llegamos a una lomada con un faro en su cima que decía faro Cabo Vírgenes. Pero siguiendo la costa más al sur veíamos un faro de color blanco y rojo, que sí estaba en la punta del continente. Hacia allá fuimos, resbalando sobre canto rodado, unos 10 kilómetros, hasta  llegar a una tranquera por la que se accedía a una pequeña destilería sobre la playa. Y un cartel que advertía: “prohibido el paso” y se interponía entre el faro y nosotros.
Como explicar la desilusión de estar a solo 3 kilómetros del faro y no poder llegar por esa maldita tranquera. Encima, habiendo hecho 140 kilómetros. Al costado de la tranquera había un pequeño guardaganados, y siendo las 6 de la tarde casi atardeciendo, el personal se había retirado. “Yo me mando” le digo a mis compañeros, a lo sumo recibiría un reto y listo, quien me quita el trofeo de haberme fotografiado en el último faro del continente. Así fue, entramos, y nadie salió. Llegamos hasta donde el camino termina, pegado al mar y cortado por un alambrado. Y nuestra sorpresa fue darnos cuenta que ese alambrado era la frontera con chile, y el faro, que estaba a solo 500 metros, era chileno, lo que ellos llaman Punta Dungenes. De todas formas recorrimos el lugar lleno de bocas de pozos petroleros abandonados a escasos metros de la playa. El mar aquí es tenebroso, revuelto, y la playa es totalmente de canto rodado grande imposible de transitar.
Desde esta punta del continente, y mirando hacia el oeste veíamos como el sol comenzaba a ponerse sobre el estrecho de Magallanes. A lo lejos, ya en territorio chileno, sobre el estrecho se divisaban varias plataformas petroleras ancladas en medio de la bahía que se formaba. Comenzamos a volver ya de noche, pero conociendo el camino.
El resto del grupo ya se había alojado en un hotel del centro. Silvio ya se había reencontrado con su KLR proveniente desde Calafate. Por suerte estaba sin rayones y todo en condiciones para al otro día seguir viaje. El único inconveniente era que no arrancaba, no tenía carga la batería. Después de hacerla cargar la moto arranco sin problemas.

Rio gallegos es una ciudad muy grande. Ventosa todo el año. En la fecha que la visitamos, un conflicto con los empleados municipales, hacía que no haya recolección de residuos, haciendo de la ciudad un caos y dando un aspecto que dejaba mucho que desear.
A solo cuadra y media del hotel, nos instalamos en una vistosa pizzería frente al casino. Con la panza llena, y de regreso al hotel, lubricamos las cadenas y a dormir, no sin antes tomar un ibuprofeno para aliviar el cansancio muscular en nuestro cuello provocado por el viento.





























































Día 15

Desde Rio Gallegos hasta Comodoro Rivavadia



Desayuno en el hotel. Cargamos el equipaje, y a la ruta nuevamente. Ese día teníamos que hacer aproximadamente unos 800 km para llegar a Comodoro Rivadavia.
El viento seguía con una intensidad de unos 60 km/h. Siempre del oeste. El cuello por hacer fuerza para mantener el casco derecho, ya lo tenía a la miseria. Los animales sueltos ya eran una constante. En estos tramos de ruta que no hay nada, me di cuenta que en toda Santa Cruz hay más guanacos que ovejas. Y no sé, si se comercializa industrialmente la carne de estos animales. Porque además, supongo que no tienen un dueño, no hay alambrado que los contenga. Era curioso ver con la facilidad y la gracia que saltaban los alambrados. Sin esfuerzo alguno lo sorteaban como quien se sube a al
cordón de la vereda.
Al llegar a la rotonda que conduce a puerto Santa Cruz, al reparo de un gran cartel lo veo a Silvio detenido revisando el KLR. No arrancaba. Comienzo por medir con una lámpara de pruebas y al dar arranque la batería de moría. Los cables para puentear los tenia Alejandro más adelante, así que, con unos chicotes de cable fino que tenía puenteamos ambas motos para traspasarle energía y que levante
carga, porque no iba a ser posible arrancarla con un cable tan fino. Después de un rato de carga la moto arranco. Vuelvo a probar y al acelerar la lámpara no me acusaba corriente desde el regulador de voltaje, así que por ahí venia el problema. Para evitar consumo eléctrico le desconectamos las luces delanteras, y de esta forma continuó viaje. Después alguien nos dijo que uniendo dos cables del regulador, se logra que circule corriente y cargarla batería, pero controlando de no pasarse para no dañar la batería.
A unos pocos kilómetros más adelante, en Piedra Buena, nos reencontramos con el resto del grupo. Cargamos combustible y almorzamos algo liviano en la misma estación. El viento soplaba de una forma terrible. Dentro del local que escuchaba a través de los burletes el soplido del viento como si estuviéramos en el desierto. Silvio para que no le agarre la noche sin luces siguió viaje.
Llegamos a un mirador bien señalizado que nos indicaba que el valle que estaba a mano izquierda de la ruta  era la depresión llamada Bajo de San Julián que se encuentra a unos 105  metros debajo del nivel del mar, es la más profunda de América y la sexta en el mundo. Todavía recuerdo haber
estudiado en la escuela este tema y deseando algún día estar allí…este era ese momento.
Continuamos hasta puerto San Julián, donde entramos a recargar combustible pues hasta Caleta Olivia no hay nada. Nos llamó la atención que en este pueblo tenían una carabela como la que tenemos en Santa Teresita a orillas del mar, muy vistoso. Y un muelle muy bonito y con algunas embarcaciones varadas como decoración. Siguiendo por la costanera hay un monumento conmemorativo de la guerra de Malvinas, con un avión de caza sobre una columna.
Dejamos atrás la ciudad y volvimos a nuestro querido viento. No pasaron muchos kilómetros más, cuando nos detenemos en el pequeño caserío de Tres Cerros a recargar combustible nuevamente, y José nos dice que la cadena no va más, ya estaba demasiado estirada y se le saltaba. La buena suerte seguía de nuestro lado y quiso que por casualidad el gomero de esa estación de servicio tuviera las herramientas para poder acortar la cadena del KLR.
Llevamos la moto a un galpón detrás de la estación. Mientras José y Fabián sacaban la cadena, el gomero se puso a desarmar la amoladora para cambiarle los carbones, porque no funcionaba. Decidimos cortar dos de los eslabones porque era mucho lo que estaba estirada. Cuando van a poner la cadena, el registro que estira la cadena no llega  a desenroscarse del todo y la cadena queda corta. No había vuelta atrás, así que por suerte yo llevaba una unión de
cadena, la pusimos junto a la que ya tenía y zafamos, pudo continuar viaje por suerte. Arreglar la cadena nos llevó más de una hora. Esto nos pasaría factura más adelante.
Luego de pasar la localidad de Fitz Roy el terreno comienza a poblarse de las conocidas cigüeñas, como se las denomina a las bombas extractoras de petróleo. Es gracioso ver como en medio de la nada esos aparatos funcionan día y noche sin descanso extrayendo el preciado mineral.
Con los últimos rayos del sol llegamos a Caleta Oliva en medio de una zigzagueante ruta que esquiva unas grandes lomadas que preceden la llegada a la ciudad.
Al llegar la ruta en lugar de alejarse de la costa, hace todo lo contrario se transforma en la costanera y atraviesa por la principal arteria, el centro de la ciudad, generando un verdadero caos de tránsito. Es increíble que no hayan hecho una circunvalación alejada del centro para evitar el paso de grandes camiones y el tráfico de esta transitada ruta troncal. En pleno centro hay una escultura gigante de un obrero del petróleo operando un grifo de extracción.
Saliendo de la ciudad, la ruta corre paralela a la playa. Lamentablemente no pudimos disfrutar de la vista, porque el retraso con la cadena hizo que nos ganara la noche. Así que los 70 kilómetros que nos separaba de Comodoro Rivadavia los hicimos de noche y en medio de un intenso tráfico en ambos sentidos que hay entre las dos ciudades. En la pantalla del GPS veía el recorrido de la ruta e imaginaba la vista que tendría este tramo de ruta a solo metros del mar. Fue un verdadero pecado habernos perdido esta vista.
Agotados por los 800 kilómetros que habíamos transitados acosados por el constante viento, hicimos ingreso a la ciudad de Comodoro Rivadavia. En una de las primeras rotondas Alberto nos esperaba en la banquina para que no pasemos de largo. El y parte del grupo llegaron más temprano para buscar alojamiento, el resto quedamos a la espera de José mientras arreglaba la cadena. Ya teníamos reservado un hotel frente a la ruta, muy cómodo y frecuentado por proveedores. Mientras descargábamos el equipaje llega Silvio que había sido el primero en llegar a la ciudad en busca de una batería, pensando que era ésta la que le estaba trayendo problemas. Pero no vino solo, lo hizo acompañado de un viajero mejicano a bordo de una hermosa y exótica Tenere 660, si de esas que nunca entraron al país, y un motociclista de esta ciudad que lo acompaño para no perderse.

Acordamos al otro día a las 9 hs encontrarnos aquí mismo para que viajara en compañía nuestra. Nunca apareció.
En el mismo hotel teníamos restaurante, así que cenamos aquí. Esa noche la cama nos llamó muy temprano, estábamos agotados.




























Día 16

Desde Comodoro Rivadavia 
hasta Rio Colorado






Un buen desayuno nos cargó de energía para lo que sabíamos que iba a ser un duro día de sumar kilómetros y que el viento no nos iba a abandonar.
Comenzamos a atravesar el centro por lo que sería la costanera, otra vez en medio de un intenso tránsito, hasta que llegamos al cerro Chenque. Una inmensa loma de tierra, no de roca, que resguarda a la ciudad que crece a sus pies, de los vientos patagónicos.  Llega hasta la costa y solo la separa del mar, el paso de la ruta. En su cima se encuentran gran cantidad de antenas de comunicación y un parque eólico que aprovecha los fuertes vientos para dar energía eléctrica a algunos barrios cercanos. A media altura de la loma, en su ladera sur, se veían a gran altura, maquinaria vial trabajando en un mirador que dará un lindo atractivo a la ciudad.
 A la salida de la ciudad se encuentra un original monolito indicando el nombre de esta, hecho con una aspa de los inmensos generadores eólicos.
La ruta sigue, esquivando lomadas como el cerro Chenque pero de menor tamaño, hasta la localidad de Astra, donde deja la costa y se adentra en la llanura patagónica. El paisaje seguía sembrado de pozos petroleros, algunos instalados en lugares tan insólitos como ser las laderas de estas lomadas.
Después de casi 180 interminables kilómetros de no ver nada interesante a nuestro alrededor, llegamos a un oasis en medio del desierto llamado Garayalde, allí en la estación del ACA recargamos combustible para que nos permita llegar a Trellew. No hay otra estación de aquí en adelante, está enclavada en el punto justo de la autonomía de cualquier moto.
El medio día nos  encontró en Puerto Madryn. Entramos  a la ciudad porque había varios del grupo que no conocían y de paso almorzaríamos. Fotografía obligada en el mirador desde el cual se divisa toda la ciudad desde la altura. Recorrimos la costanera y fuimos a almorzar en un restaurant  de la Av. roca. Al rato para nuestra sorpresa llego un señor que yo conocía desde hace dos años cuando en Mar del Tuyu, estando él de vacaciones, charlamos de motos. Edgardo lo conoce de varios años atrás pues es cliente de él y tiene casa en nuestra ciudad. Todos lo conocen como Julio “el ballenero”
Groba.
Después de almorzar y charlar de las experiencias del viaje, Julio nos acompañó para salir fácilmente de la ciudad.
Volvimos a la ruta porque aun teníamos unos 400 km por delante. La primera parada fue Sierra Grande. El grupo se fue separando, algunos paramos a tomar fotografías, otros a controlar las motos y eso hace que el grupo no sea un solo pelotón. Esto permitía una carga de combustible más rápida, eficiente y no tan amontonados.
Mientras esperábamos a que José estirara la cadena, después de haber cargado combustible, Fabio nota que su cadena también  está bastante estirada. Es como si se hubiera destemplado ese mismo día. Mientras la estiraba, la casualidad quiso que mirara la cadena mía y para mi sorpresa noto que el eslabón de unión, se había quebrado una de las patas a la altura de la muesca que trae para fijar el
seguro. Jamás vi que algo así ocurriera, es una en un millón. Desde el mismo día que cambie la transmisión, nunca estuve tranquilo con la unión de cadena. No pude conseguir unión de remachar. No sé porque, pero me da mala espina depender de un seguro que no es la primera vez que se me sale. Antes del viaje, recorrí todo mi pueblo, Mar del Plata, tampoco y en la Av. Pueyrredón menos.
Pero que se parta uno de los pernos era extraño.  Cuando voy en busca del eslabón de repuesto entre mi equipaje, me acorde que se lo había dado a José. Nadie tenía otra unión, y no queria seguir con esa bomba de tiempo en mi cadena.
 Pregunto al playero y me dice..”acá a dos cuadras, al lado del cabaret hay una casa de repuestos”. Si una en un millón, es la posibilidad de cortar un perno , una en 10 millones es encontrar una casa de repuesto en medio de la nada, al lado de un cabaret y que tuviera una unión paso 525 . Una vez más y como queriendo que el viaje no fuera un dolor de cabeza, allí estaba mi unión de cadena. Un muy poco amigable vendedor, ponía en mis manos la bendita unión. Compré dos más por las dudas.
Continuamos por la desolada ruta, siempre acompañados por el viento, hasta que llegamos a la polvorienta estación de servicio de San Antonio Oeste. Allí conseguimos unas calcomanías de la ruta RN3, y combustible.
Aquí dejamos la traza de la ruta 3 para tomar la ruta nacional RN251 que nos llevaría hasta Rio Colorado.  De aquí hasta General Conesa a orillas del rio Negro, el terreno es salitroso y de pastizales. A partir de aquí comienza una recta perfecta interminable de unos cien kilómetros, a la que hicimos de noche y creo que no nos perdimos de nada, pues imagino que no sería otra cosa que desierto.
Al llegar a la ruta 22 que conduce a Bariloche doblamos en sentido contrario y a solo 38 km llegamos a destino. Conseguimos alojamiento en un modesto hotel a orillas de la ruta.
 La calefacción estaba al máximo, tuvimos que ventilar porque era insoportable. La pieza tenía 3 camas marineras acomodadas como un Tetris.  Para acceder a ellas debíamos entrar de a uno, porque dos personas no entraban a la vez en el espacio entre camas. Ni que hablar de lo que fue esa noche con 6 tipos allí dentro. Entre los ruidos de todo tipo (entiéndase por esto, a los ronquidos, no a otra cosa),  el olor a la ropa de moto, con 16 días a cuesta y los que emanaban de los cuerpos, eran un coctel imposible de soportar para un novato.
Fabio y José retocaron las cadenas. A Fabio lo note preocupado, no podía creer que en dos días la cadena se haya deteriorado tan de golpe.
Cenamos a pocos metros del hotel en una parrilla en la que los camioneros son habitués.  La experiencia que te da la ruta dice que, un lugar que se llene de camioneros, es una garantía que se come bien y barato. De allí a dormir temprano para encarar la última etapa.





























Día 17

Desde Rio Colorado hasta Mar del Tuyu











Luego de desayunar en el hotel y cargar los bártulos, tomamos la ruta con rumbo a Bahia Blanca, una ruta ya conocida. El clima era el que desea todo motociclista, soleado y con poco viento.
 En dos horas aproximadamente estábamos cargando combustible en la Esso de Bahia Blanca, parada obligada en cada viaje al sur. Carga de combustible, algún que otro cafecito y a seguir, porque teníamos muchos kilómetros por delante, no sin antes  despedimos del grupo de Venado Tuerto, José, Fabián y Silvio, ellos continuarían por la ruta RN33 que traza una recta casi perfecta desde esta ciudad hasta Venado Tuerto.
Volvimos a la ruta RN3 y a poco de transitarla, comenzó a soplar el viento con fuerza. Una vez más afirmaba mi teoría que entre Tres Arroyos y Benito Juares siempre hay vientos. Estos tramos de ruta aburridos sin paisajes, es donde uno comienza a filosofar dentro del casco. En mi caso, después de haber escuchado los más de 500 temas de mi MP3, varias veces, llegue a la conclusión que: el 80%  de las canciones hablan del amor, engaños, desengaños y otras yerbas. Un 5% hablan de diferencias sociales. Otro 5% habla de sexo y lo que harían en caso de concretar. Un 6% hablan del atractivo trasero de las mujeres, y de cómo lo mueve y por ultimo un 4% de la muerte y las drogas.
Al pasar por el peaje de Tres Arroyos, aprovechando la disminución de la velocidad, Fabio hace una inspección a su cadena porque sentía como que cada tanto perdía tracción. Se la veía estirada pero normal, lo mismo la corona. Siguió lo que faltaba hasta Tres Arroyos a marcha lenta. A unos 5 km antes de llegar, la sensación de pérdida de tracción se hizo una constante, prácticamente llego con el envión a la YPF, donde el resto del grupo lo esperábamos.
Saca la tapa del piñón y nota para su desgracia que el piñón no tenía dientes, solo ondulaciones. Donde conseguimos 12,30 del mediodía un piñón de Transalp 700? Recordé, que por la avenida principal había una agencia grande de motos, y allá nos dirigimos, una vez que Fabio había sacado el piñón viejo. Buscaron, buscaron en las estanterías y había dos que eran bastante parecidos. El vendedor, nos confió los dos piñones para que los probáramos sin haberlos pagado. De los dos, el que tenía la misma cantidad de dientes, difería la distancia entre agujeros de los tornillos de fijación. El otro tenía 2 dientes menos pero calzaba a la perfección, resulto ser el de XR600.
Ya siendo las 13,30 y con todos los talleres cerrados e imposibilitados de mover la moto, aún faltaba conseguir una amoladora con que cortar la cadena que era original y no tenía unión. Porque, al hecho que la cadena estaba estirada,  se sumaba el piñón con menos dientes, sobraban casi 2 eslabones.
Ya nos hicimos la idea de tener que esperar unas 2 horas a que abran algún taller.  Pensando que la suerte nos abandonaba, otra vez, “el barba”, entre las nubes paso su brazo y nos daba la mano. Al lado nuestro se detiene una Trafic ploteada con graficas que decían Enduro del Atlántico. Fabio se les acerca y les pregunta…”tendrán una amoladora?”….Y le responden “si tenemos, y esperá un poco que bajamos el grupo electrógeno así la cortas”. A esto, lo llamo caer de parados, no se puede tener tanta suerte.
 Así fueron todos los incidentes de este viaje, algunos más y otros menos complicados, pero ninguno nos dejó tirados, todos fueron solucionables sobre la marcha. El resto del grupo aprovechamos a almorzar algo liviano mientras Fabio se prestaba a terminar con la reparación.
Así que, con el grupo en marcha, amoladora en mano, corto los dos eslabones, y coloco la unión que había comprado de mas, y a otra cosa, en menos de 20 minutos estábamos en condiciones de seguir viaje. Un agradecimiento infinito a estos “ángeles de la guarda” que aparecieron en el momento y lugar indicado.
Enfilamos hacia Benito Juares, por el aburridísimo y archiconocido tramo de la ruta 3, donde volveríamos a cargar combustible. Mientras cargábamos, llega una moto de baja cilindrada, no recuerdo si era una Honda o Yamaha 125 con una pareja de motociclistas. Detrás de ellos se veía una caja cuadrada como la que utilizan los deliverys pero un poco más pequeña. Y sobre ella dos bolsos. Cuando se estacionan, sacan una funda de cuerina que cubría esta caja, y allí tenían una jaula hecha de vidrio y acero inoxidable, dentro de la cual  llevaban a su mascota, el inseparable loro. Lo que nos reíamos, no tiene nombre, resultaron ser unos vecinos de nuestro pueblo que se dirigían hasta Sierra de la Ventana unos días de vacaciones. El loro iba más cómodo en semejante jaula, que las dos personas que conducían la moto.
De nuevo sobre la cinta asfáltica, dejamos atrás a Benito Juares y tomamos la interminable ruta 74 que hasta no llegar a Tandil es muy monótona. En cambio al comenzar el cordón de Tandilia, las ondulaciones y el paisaje hacen más entretenido el viaje.
 El tramo cercano a Ayacucho le pone un poco de emoción, por la cantidad de baches que tiene. Y casi sin darnos cuenta cruzamos las vías del tren que corren paralelas a la ruta RN2 y llegábamos a Las Armas, donde haríamos la última carga de combustible antes de llegar a casa.
De aquí en más, los kilómetros se hacían de goma, seria por la ansiedad de llegar o para que no nos tome la noche, pues el sol ya estaba cercano a ponerse.
 Pero por otro lado también te pasa por la cabeza la idea que ya se terminó. Que hay que volver a la monotonía del trabajo, que ya no tenemos la libertad que tenés al estar viajando, la falta de compromisos,  todo eso que disfrutas ni bien te subís a la moto. Pero bueno, todo lo bueno termina, y hay que empezar a planificar el próximo viaje, como una forma de imaginar que pronto estaremos viajando, aunque sea en la imaginación.
Pasamos Madariaga, Pinamar y al llegar a Mar de Ajo, el tráfico entre los pueblos era intenso, pero no impidió, que estemos agrupados al llegar a la entrada de Mar del Tuyu, donde nos separaríamos, no sin antes darnos un cálido abrazo, y festejar haber llegado una vez más todos sanos y salvos, sin ningún accidente. No es difícil que, en un grupo grande una distracción termine en una desgracia, las posibilidades se multiplican. En nuestro caso la suerte estuvo siempre de nuestro lado.
 Una última foto grupal inmortalizo nuestra llegada. A partir de acá, cada uno a sus hogares donde nuestras familias nos esperaban con ansias  después de 17 días de nuestra partida.

Una vez más y no me canso de repetirlo, agradezco a todos los que siempre nos esperan, sin tener noticias nuestras, a veces por varios días, ya sea por falta de señal en los teléfonos o estar en otros países donde las tarifas son astronómicas. No es fácil para el que se queda, estar pensando en los seres queridos, por donde andarán, que no les pase nada, pues no están acá a la vuelta. Un ejemplo de esto lo vivimos hace poco con los vecinos nuestros que se accidentaron en Ecuador, hablo de Nico y Paula, que por suerte evolucionaron favorablemente.